El 1 de noviembre de 2005, la antigua estación de ferrocarril de Haedo, en medio de un estallido de violencia, fue incomprensiblemente incendiada.
La comunidad manifestó su dolor e indignación auto convocándose en un abrazo solidario que reunió a miles de personas que exigieron la reconstrucción del histórico edificio.

La estación fue reconstruida guardando sus características históricas bajo el asesoramiento del arquitecto Jorge Tartarini, especialista en patrimonio ferroviario. Fue reinaugurada el 1 de noviembre de 2006.

La gente que leía el diario y tomaba un cortado en el bar «Física y Química», frente al andén la vieron venir. Tampoco aquellos que paseaban a su perro por el pasaje La Porteña, al costado de las vías.

El destrozo de la estación de Haedo en imágenes
El tren venía de Morón y soltaba chispazos hacia todos lados. Y justamente esos chispazos terminaría de encender la ira de los pasajeros justo al llegar a Haedo, donde el servicio, una vez más quedó suspendido a las 8:30.
Cinco horas después, se contaban 15 vagones quemados, 87 detenidos, 21 heridos, comercios saqueados y una estación destruida como en un bombardeo. Hubo enojo de la gente y después ataques de grupos irreconocibles, según la versión oficial.

La formación que había partido de Moreno a las 07:01 y debía llegar 56 minutos después a Once llevaba una demora enorme, y casi un millar de pasajeros enfurecidos. De acuerdo a varios testimonios, entre Castelar y Morón se detuvo varias veces y casi queda cancelado el viaje. Antes de entrar a Haedo, los chispazos dieron paso a un fogonazo. Detenida sobre el andén de la vía rápida, ya sin poder continuar a raíz de las llamas bajo el primer vagón, la formación se vació de pasajeros que corrieron a la plataforma central para intentar tomar otro tren y seguir viaje al trabajo.

Pero el tren que vino en reemplazo estallaba de gente. Las propias autoridades de TBA, concesionaria en aquel entonces el Ferrocarril Sarmiento, estimaron que había más de 2.000 personas, cuando la capacidad máxima de cada convoy era de 900 o 950. El servicio quedó finalmente interrumpido. Y la paciencia de la gente se agotó y se desató una batalla en pleno centro comercial.

Seis policías de la comisaría 2ª de Haedo, y un patrullero, llegaron para reprimir a la gente que había sufrido las consecuencias del estado. Pésima idea. Nafta al fuego. Dispararon balas de goma en forma indiscriminada y contribuyeron a que la gente se enardeciera el doble.

Todo empezó a sucumbir. Estación, boleterías, vagones y la protesta siguió en la calle afectando comercios y bancos sin distinción. Primero ardieron los asientos, luego el vagón entero y después la estación.



El destrozo de la estación de Haedo en imágenes
Los bomberos de Morón no pudieron acceder porque los manifestantes los hacían retroceder a piedrazos. Pese a todo, una autobomba quiso acercarse. Pero tuvo que dar marcha atrás, muy dañado por el ataque. Dos bomberos recibieron heridas y debieron ser internados en el Instituto de Haedo.
La agente Romina Morichini recibió golpes con palos, y el propio jefe de la Departamental, comisario Julio García, intentó dialogar pero fracasó.
«Sólo quiero pedirles que dejen actuar a los bomberos para apagar el fuego», les dijo cuando recibió un piedrazo sobre el ojo izquierdo y le abrió una profunda herida. Tuvo que correr hasta la estación de Servicio Shell, sobre la avenida Rivadavia, a 15 metros del lugar, para evitar más golpes.

Con los agentes en retirada, a la espera de la llegada de refuerzos, sobrevinieron la destrucción y el saqueo a varios comercios. Eran cerca de las 11. Un un grupo de 80 a 100 personas cometían desmanes.
Destrozaron el copetín al paso del andén, una casa de venta de empanadas, una casa de computación y los bancos Supervielle e Itaú.


Después intentaron descolgar las mangueras de combustible de la Shell para mojar el piso y tirarle fósforos, algo que empleados del playón lograron evitar con la ayuda de agentes de seguridad privada. Mientras a su vez ardían los vagones contra los andenes.




Después, frente a la inacción policial, terminaron de prenderle fuego a las instalaciones del andén en el que se detienen los trenes que van al interior de la provincia de Buenos Aires y a La Pampa.
Levantado en 1922, ese lugar, que constituye una reliquia para Haedo, quedó devastado. Se destruyeron la sala de espera, la vieja oficina del jefe de estación y el sector de encomiendas, muchas de las cuales fueron robadas. No se salvó ni la vieja arboleda de acacias y paraísos. Recién a las 13:35, con la llegada de tropas de Gendarmería y efectivos de la Policía Federal, se retomó el control de la estación. Los bomberos empezaron a sofocar las llamas y operarios de TBA debieron demoler buena parte de la estructura de chapa y madera del andén central.






