Finalmente, el escribano Ricardo Baladía fue condenado a 18 años de prisión. La defensa alegó imputabilidad por problemas de salud mental. Pero el Tribunal confirmó que el escribano sabía el mal que produjo al momento del asesinato. Caso contrario no hubiera intentando deshacerse del cuerpo.
Mató, intentó eliminar evidencia, fue descubierto y condenado. Luego de que la defensa alegara La información suministrada por la fiscal Cordivola indica que «intentó descartarse de los restos sin vida de su víctima siendo advertido en su accionar por el personal policial», que procedió a detenerlo después de que empujara a una mujer policía, intentara escapar corriendo y que un efectivo realizara un disparo para intimidarlo.
Los testimonios del expediente revelan que Verónica Soñez, la pareja de Pereyra, la víctima del asesinato, contó que el jardinero tuvo dos conflictos con el escribano. La mujer confirmó que Pereyra realizaba labores de jardinería para Baladía y que ella realizaba tareas de limpieza. Pero el acuerdo laboral tuvo un cierre abrupto cuando el escribano «le propuso mantener una relación sentimental a escondidas». El segundo conflicto surgió cuando Baladía denunció a Verónica por un supuesto robo en sus oficinas, lo que trajo como consecuencia de ello un allanamiento en su vivienda.
Soñez también hizo referencia a un comentario de mal gusto. Su novio le contó que había visto en la casa del escribano en Morón la caja de una motosierra y cuando le preguntó si se la iba a prestar, Baladía respondió: «Sí, sí, no te preocupes que va a ser para vos».
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Las pruebas comprometen al escribano de manera contundente. Fue hallado cuando arrojaba el cadáver a orillas del río Luján. Allí los peritos y buzos pudieron recuperar varios restos humanos y una valija donde se presume que trasladó las partes más grandes del cuerpo.
Efectivos de la policía encontraron un hacha de camping, el DNI del jardinero, un serrucho, un balde lechero y una bolsa de nylon con más restos humanos. Todo está en manos de la justicia como elementos probatorios.
Hay más evidencia en la escribanía, situada en Brown al 1000 en pleno centro de Morón. Los peritos encontraron manchas de sangre removidas con una hidro lavadora que compró el imputado y con la que fue visto por distintos testigos. También zapatillas con manchas rojizas y una cuchilla de carnicería de grandes proporciones.
Testigos y cámaras de seguridad complican al imputado
La casa de Baladía es otro lugar donde se halló información crucial. El domicilio ubicado en Santa Fe 1089 en la misma ciudad tenía prendas de vestir con rastros de sangre en el baño.
A las 03:00 hs del día del crimen, las cámaras de seguridad muestran que Baladía llevaba una valija idéntica a la que fue secuestrada en la zona en la que se deshacía del cuerpo. Familiares del jardinero declararon que la última vez que vieron a su pariente fue la noche del 12 de mayo. Estaba en la casa de su madre y contó que tenía que retirar hojas a lo del escribano. Lo vieron subirse al BMW de su empleador y asesino que lo pasó a buscar.
Baladía trozó el cadáver con un elemento dentado cortante como una sierra o serrucho y con un hacha. Actualmente está detenido con prisión preventiva en la Unidad 1 de Olmos del Servicio Penitenciario Bonaerense. Su delito, calificado como «homicidio simple», prevé una pena de 8 a 25 años de prisión. Y le dieron 18 años de prisión.
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