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La principal ciudad balnearia de la Argentina cumple su aniversasrio en cada febrero. Durante ese casi siglo y medio de vida tuvo, en la zona de la Playa Bristol, cuatro ramblas. Y acá sus historia.

La historia de Mar del Plata, Bristol y sus cuatro ramblas. Fue fundada con su nombre actual el 10 de febrero de 1874 por Patricio Peralta Ramos, en una estancia de su propiedad, sobre la base de la segunda de las tres extintas misiones jesuíticas de la Pampa, fundadas en la segunda mitad del siglo XVIII, denominada Nuestra Señora del Pilar de Puelches, que más tarde recibió el nombre de «Puerto de la Laguna de los Padres».​

En 1856 se asentaron nuevos pobladores de origen europeo en la zona de la futura Mar del Plata. La causa fue un incremento de las relaciones comerciales con Brasil y la instalación de un saladero o establecimiento saladeril de carne vacuna a cargo del portugués ex cónsul en Buenos Aires, José Coelho de Meyrelles.

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Una-vista-de-1934
Una vista de 1934. Turista y mar den Mar del Plata.

La historia de Mar del Plata, Bristol y sus cuatro ramblas

A partir de entonces la ciudad no paró de crecer y lentamente Patricio Peralta Ramos incorporó actividades recreativas que dieron origen el turismo masivo en la ciudad.

En los primeros años, se accedía a la playa a través de un rústico puente de tablas aferradas con gruesos clavos. Hasta que se construyó la primera rambla de madera en 1888, época en que llegó el ferrocarril a la ciudad balnearia también y la ciudad fue mejorada en 1890. Aunque toda la ciudad vivió un retroceso por las Crisis Norteamericana que impactó en el mundo, pronto resurgió y la rambla frente al mar se convirtió en el paseo más concurrido.

Pero una hecho terrible puso fin a su existencia. En la madrugada del 8 de noviembre de 1905 sufrió un atentado y desapareció tras el humo. También fueron alcanzadas por el fuego algunas casas vecinas. Los daños fueron solo materiales, ya que no hubo víctimas que lamentar.

En su crónica, al diario La Nación, despedía la rambla con las siguientes palabras: «Es allí donde ha estado localizado el centro más amable, más movido y más palpitante de la vida marplatense, allí donde el coro del mar canta siempre sus arrullos, donde la brisa envuelve con su caricia, donde las mujeres más bonitas y más elegantes de Buenos Aires lucen, a pleno aire, la frescura de su tez y la gracia de su sonrisa».

La historia de Mar del Plata, Bristol y sus cuatro ramblas

Al mes del siniestro, la obra de la nueva rambla de madera ya se había levantado y estuvo lista para recibir a los veraneantes de 1906. Durante enero, y tal vez por el temor de que algo ocurriera, el Torreón del Monje fue más concurrido que la nueva rambla. Pero en febrero, la rambla recuperó la preferencia de los turistas.

A fines de 1911 comenzaron las obras para dotar a Mar del Plata de una rambla de mampostería. Con el aporte estatal y privado, se inauguró el 19 de enero de 1913. Y fue todo un suceso. Porque los turistas, que hasta entonces habían contado con un pasadizo de escasos tres metros de ancho, ahora disponían de doce metros, con espacio suficiente para no amontonarse durante las caminatas.

Pero como si fuera una camino maldito, la inauguración tuvo su costado luctuoso: por el mal tiempo se precipitó uno de los aviones que volaba de El Palomar a Mar del Plata para asistir a la ceremonia y murió su piloto: Manuel Félix Origone, la primera víctima fatal de la aeronavegación argentina. El biplano cayó en Domselaar, provincia de Buenos Aires, en una calle que hoy lleva el nombre del aviador.

La historia de Mar del Plata, Bristol y sus cuatro ramblas

La tercera rambla marplatense, la de hormigón, se mantuvo en pie durante casi tres décadas hasta que se diseñó la que se conserva en la actualidad considera la tercera rambla para unos (ya que no cuenta la segunda de madera a la que llaman provisoria) y la cuarta para otros.

El nuevo paseo formó parte de un proyecto más complejo. Surgió a fines de la década de 1930, cuando el arquitecto Alejandro Bustillo ideó una rambla que se acoplara a los dos edificios concebidos por él mismo: el del Casino Central y su vecino, el del Hotel Provincial. Como parte del nuevo escenario, en esos años, el escultor José Fioravanti incorporó los clásicos lobos marinos de piedra.

Así fue cómo, en los años 40, los más populares símbolos de Mar del Plata ya ocupaban su tradicional espacio.

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