Las casitas de la General Paz que desaparecieron en los ’90. Eran chalets de estilo alpino ubicados a la vera de la avenida y con una extensión que iba desde Libertador hasta casi el Puente La Noria. Eran propiedad de los jardineros que se encargaban del mantenimiento del lugar.
Las casitas de la General Paz que desaparecieron en los ’90. Para hablar de los comienzos de la Av. General Paz debemos trasladarlos al año 1887 cuando nació como un boulevard de 100 metros de ancho con dos fragmentos de seis metros por lado que estaban separados por canteros ajardinados como divisorio de las calzadas.
La idea de modernización surgió con la intendencia de Torcuato de Alvear, quien quería darle forma de ciudad a la vieja aldea.
Fue en1937 cuando comenzó a construirse y en 1941 se constituyó como la autovía nombrada «Avenida Parque General Paz» que en sus 24,3 kilómetros rodea a la Capital Federal y la separa de la provincia de Buenos Aires.
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Nace en la Avenida Lugones, en cercanías del Río de la Plata, y concluye en el Puente de la Noria, sobre el Riachuelo.
Con la intervención de la Dirección de Parques y Paseos de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, se hizo hincapié en la forestación de la vía y se construyó un camino para jinetes y ciclistas.
Por los costos, no todos los cruces pudieron realizarse con sobre niveles y se elevaron solamente los pasos ferroviarios con puentes de metal y los cruces con las grandes arterias fueron solucionados con puentes realizados en hormigón armado.
A la vez se edificaron más de 25 puentes en su inicio y luego se agregaron otros, mientras que en el resto de los cruces se construyeron rotondas al mismo nivel.
El paisajismo fue la base del proyecto: pantallas arbóreas para evitar los problemas sonoros; arbustos para la separación de calzadas y para tapar las luces de los faros de los vehículos que circulaban de frente.
La vía central se pensó para el tránsito rápido, con pavimento formado por losas de hormigón armado de 6 metros de ancho, 10 metros de largo y 15 centímetros de espesor en la zona central y 18 en los bordes, con una superficie antirresbaladiza.
Como todo gran proyecto que cambiaría la vida de quienes vivían en cercanías, hubo una asamblea integrada por los vecinos que iban a ser afectados por el proyecto y no apoyaban la construcción de una avenida puramente arbolada.
Como alternativa, buscaban ubicar en un corredor central sociales: colegios, jardines de infantes, lugares para descanso para los transeúntes, destacamentos de bomberos, puestos policiales, clubes y más.
Si bien el proyecto inicial no prosperó, con el correr de los años la autovía sufrió diversas modificaciones: Se sumaron carriles y en 1994, pasó a tener seis carriles centrales y dos colectoras, transformándose de avenida a autopista.
Muchos de sus puentes fueron extendidos, otros reemplazados y se talaron árboles. La ampliación se llevó consigo las casitas de estilo alpino, que eran utilizadas por los jardineros que hacían el mantenimiento del parque y, lo m{as importante, se perdió la idea de un pulmón verde.
Las casitas de la General Paz
Aquellas viviendas que se levantaban a la orilla de la Avenida General Paz mostraban una impronta romántica, típica de la arquitectura historicista de finales del siglo XIX, esa que se veía en los cuentos.
EL diseño había estado a cargo del arquitecto Arturo J. Dubourg, autor de hitos porteños como el Hotel Claridge (1946), de Tucumán y Florida, y el Bristol Hotel (1950), de Cerrito y Sarmiento.
Los 16 chalecitos estaban ubicados uno cada kilómetro y medio y fueron parte de la avenida parque desde los años 50 hasta principios de los 90, cuando se decidió demolerlos para dar paso a nuevos carriles.
La primera casita estaba ubicada lindante con la Avenida del Libertador y la última casi sobre el Puente de la Noria. Allí vivían los jardineros encargados de la manutención del espacio verde de la avenida y, además, embellecían con flores los alrededores.
Las casitas de la General Paz
Las casas estaban construidas en ladrillo, cubierta de madera y techos de teja. Constaban de dos ambientes y algunas, ya para los últimos tiempos, se habían transformado en depósitos de herramientas.
Las alpinas estaban inspiradas8 en la Italia de Mussolini, donde los caminos contaban con el cuidado de personal estatal que vivía en casas ubicadas a su vera y cuya tarea era cerrar todos los baches que se hubiesen originando por el paso vehicular.
En el caso de la General Paz, una vez al año se vestía de gala y se elegía al jardinero con el jardín más lindo.
Una vez más, la historia demuestra cómo se prioriza el progreso, en lugar de la identidad arquitectónica de las ciudades. Sin embargo, es imborrable del recuerdo de quienes transitaron por la Avenida en sus primeros años.
Santo Tomé, Fragueiro y Goleta Santa Cruz en su cruce con la General Paz fueron algunas de las calles donde se encontraban estos chalets.
Hoy en día, el problema del colapso de la General Paz es recurrente, y su ampliación sigue pareciendo ser la única alternativa.
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