
Se llamó Alejandro Armendáriz y abrió la democracia en la Provincia de Buenos Aires luego de que los militares abandonaran el poder con una fachada decorosa y una terremoto bajo el suelo de la patria.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa. Era militante radical desde de su adolescencia y pasó los peores tramos de la política argentina entero. Finalmente, su nombre cobró fama en la madrugada del 11 de octubre de 1983 cuando los resultados oficiales de las primeras elecciones luego de ocho años de dictadura confirmaron que, por primera vez desde que el peronismo no sufría proscripción, se imponía en la Provincia de Buenos Aires la Unión Cívica Radical con Alejandro Armendáriz como candidato a Gobernador derrotando al poderoso caudillo de Avellaneda, Herminio Iglesias, algo entonces impensado.


Un dato que no es menor y que nadie cita es que en 1983, los militares del Proceso de Reorganización Nacional, la dictadura que destrozó al país, fijaron para la salida democrática un régimen electoral de boletas separadas por cargo. O sea que en el cuarto oscuro uno encontraba la boleta a Presidente de la Nación separada de las subsiguientes: Senadores y Diputados Nacionales; Gobernador; Senadores y Diputados Provinciales; Intendente y Concejales. El sistema inducía al corte que buscaban los militares convencidos del triunfo PJ. Pensaban que de esa manera iban teñir de peronismo el país. Sin embargo, con las boletas sueltas, Alejandro Armendáriz sacó los mismos votos que Raúl Alfonsín y ganó la Provincia de Buenos Aires. Y fue la UCR, ya en el Gobierno Nacional, el partido que instauró la boleta única que aún rige.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa
Alejandro Armendáriz fue el hombre que derrotó al peronismo en territorio bonaerense, cosa que no ocurría desde 1946 cuando Domingo Mercante se impuso en territorio bonaerense por más votos que Juan Domingo Perón en la Nación.

Luego perdemos las comparaciones porque entre 1955 y 1983, los datos no son válidos ya que el Partido Justicialista estuvo proscripto.
Claro que hubo gobernadores elegidos «democráticamente», pero con el PJ proscripto eran muy fácil ganar. Esos gobernadores, fueron Oscar Allende de la UCRI (12 de octubre de 1963 – 28 de junio de 1966), Andrés Framini en 1962 por el llamado Partido Popular (en representación del PJ por lo cual las elecciones fueron anuladas y jamás asumió) y Anselmo Marini de la Unión Cívica Radical del Pueblo (12 de octubre de 1963 – 28 de junio de 1966).
En 1966, finalmente sobreviene otro el Golpe Militar que encabeza Juan Carlos Onganía y llamado la Revolución Argentina y el tiempo vuelve a detenerse hasta 1973. La pueblada llamada «El Cordobazo» hace caer a Onganía, asume por un un breve período el General Roberto Marcelo Levingston, y lo sucede Alejandro Agustín Lanusse quién levanta la proscripción siempre y cuando quién se presente a elecciones tenga dos años de residencia en el país. La medida claramente era contra Juan Domingo Perón que desde hacía 18 estaba en el exilio, pero no contra el peronismo.
Y entonces en 1973, y como era de suponer, gana el peronista Oscar Bidegain la Provincia de Buenos Aires. Pero gobierna dos años. Del 25 de mayo de 1973 al 26 de enero de 1974, cuando el mismo Juan Domingo Perón, ya como Presidente de la Nación, interviene la Provincia.

Cuando 80 guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) de la Compañía «Héroes de Trelew» ataca la Guarnición Militar de Azul del 19 de enero de 1974 que albergaba a Regimiento de Caballería de Tanques 10 «Húsares de Pueyrredón» y al Grupo de Artillería Blindado 1 «Coronel Martiniano Chilavert» y fallan, ya que fueron repelidos y debieron retirarse sin apoderarse del armamento pretendido, el Gobernador Oscar Bidegain no se pronuncia ni repudia los hechos.
Esto dispará la furia de Juan Domingo Perón y dispara la intervención de la Provincia de Buenos Aires por parte del Poder Ejecutivo Nacional que recae en el deslucido vicegobernador Victorio Calabró, hombre de la Unión Obrera Metalúrgica.

Victorio Calabró se mantiene en cargo hasta el final de esos tres años caóticos y violentos del peronismo que culminan con el golpe genocida del 24 de marzo de 1976 que encabeza Jorge Rafael Videla y finaliza en 1983 Reynaldo Bignone.
Luego de ocho años de una dictadura genocida, el país retoma la democracia y aquel 11 de octubre de 1983, el día en que se realizan las elecciones en todo el país, contra todo los pronósticos, Alejandro Armendáriz logra la hazaña de frenar al peronismo sin estar proscripto en territorio bonaerense y comienzan a llamarlo «El Titán» al médico que había nacido en Saladillo, Provincia de Buenos Aires, un 5 de junio de 1923.
Su gobierno, el del Titán, duró sólo un mandato, entre 1983 y hasta 1987. Pero ahí no concluyó su carrera política. Fue diputado nacional entre 1991 y 1995, durante el auge del peronista Carlos Menem como Presidente de la Nación y la era de las privatizaciones.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa
Todo su carrera comenzó, terminó y se desparramó en el mismo lugar: Saladillo, en donde su hijo, también llamado Alejandro Armendáriz, para 2022 ejercía la Presidencia del Concejo Deliberante del Municipio.
Ahora bien, para ser un hombre el interior, o sea, alguien que de sobra sabía como corrían las agua en el campo, Alejandro Armendáriz se hizo injustamente famoso en la historia popular por una frase registrada sobre piedra que aún hoy lo condena. Pero jamás recibió crítica alguna por ceder 8 puntos de coparticipación federal de impuestos que perdió la Provincia de Buenos Aires durante su mandato, lo que realmente sí fue relevante.
Por eso la pregunta: Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa.
Su vida política se inicia en segundo año de la escuela secundaria, pero se fortalece cuando se muda a la Ciudad de Buenos Aires para estudiar en el Colegio San José. Obtuvo el título de Bachiller en 1941, cuatro años antes del famoso 17 de octubre, y luego cursó la carrera de medicina en la Universidad de Buenos Aires donde se graduó en 1949, con Juan Domingo Perón como Presidente de la Nación.
En 1950 regresó a Saladillo y comenzó a actuar en política. En 1954 logra su primer cargo: es electo concejal de Saladillo pero a la semana la comuna fue intervenida. Al año siguiente, es elegido vicepresidente de la filial local de la Unión Cívica Radical y desde ahí activa la participación ciudadana y la lucha contra el peronismo.

En 1958 fue por la intendencia de su pueblo natal, con el peronismo proscripto y la Unión Cívica Radical dividida. Pero Alejandro Armendáriz se mantuvo en el balbinismo, bautizado como Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP), y no dejó el partido para sumarse a la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) que lideraba Arturo Frondizi.
Pese al grado de conocimiento que Alejandro Armendáriz, un médico de pueblo, tenía en Saladillo, en aquellla elección de 1958 cayó derrotado por 400 votos a manos de la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) y su candidato: Carlos Antonio Arróspide, que contaba con el apoyo del peronismo proscripto.
Armendáriz insistiría y llegaría a ser concejal. Ejerció una banca entre 1963 y 1965 y renunció luego de ser electo diputado provincial en 1965, mandato que no lograría finalizar por aquel Golpe de Estado ocurrido en 1966 y encabezado por Juan Carlos Onganía contra el gobierno del presidente Arturo Illia.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa
Con el golpe en actividad, Armendáriz se retira a la vida privada en 1965 y ejerce como médico aunque de manera discreta se conecta con los jóvenes correligionarios. Y así, en 1971, se pliega y funda junto a otros dirigentes el Movimiento de Renovación y Cambio que llevará adelante Raúl Alfonsín y al año siguiente, 1972, acelera su participación e intenta ser candidato a Gobernador de Buenos Aires ya que habría elecciones al año siguiente, en 1973. Sin embargo, fue a internas y perdió ante el abogado César Martín García Puente de la histórica Línea Nacional que conducía Ricardo Balbín.

Hay tres años de Gobierno Peronista que completamente caóticos: el período 1973 a 1976. Sobre todo, cuando el 1° de julio de 1974 muere Juan Domingo Perón y se desata un conflicto violento y armado entre la izquierda y la derecha peronista. La Tendencia Revolucionaria juntos a las organizaciones armadas Montoneros, Fuerzas Armadas Peronistas y Fuerzas Armadas para la Liberación se tirotean cara a cara con las 62 Organizaciones y la Triple A o Alianza Anticomunista Argentina.
Nuevamente se produce otro Golpe de Estado el 24 de marzo de 1976, con la diferencia que éste sería brutalmente genocida. Durante ocho años los militares se sostienen en el poder más allá de endeudar el país hasta ese momento como nadie lo había hecho, implementar un plan económico que llegaría a tener un pico de inflación del 80% y ensayar una guerra con la potencia militar de Gran Bretaña que finalmente perderíamos.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa
En 1983 lo militares abandonan el poder y con el retorno a la democracia, Alejandro Armendáriz finalmente logra obtener la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires a los 60 años de edad. Casado con Olga Gaddi, para entonces ya tenía dos hijos que le darían siete nietos.
Luego sería diputado nacional (1991 – 1995) y pasaría sus último días en muy malas condiciones de salud. ¿Por qué? Porque primero tuvo un accidente automovilístico que le dejó serias dificultades para caminar y producto de esa imposibilidad, en abril de 2004, sufrió una caída al trastabillar por unas escaleras en un edificio de La Plata y quedó cuadripléjico lo que lo llevó a estar internado hasta su muerte que se produjo el 7 de agosto de 2005, en su casa de Saladillo, a los 81 años de edad.
Fue aquella caída lo que puso fin a su carrera, a su vida. El parte médico de esa mañana señalaba que ingresó al hospital «con politraumatismo con fractura de columna cervical, con desplazamiento y compromiso medular». El golpe había sido brutal al punto que de inmediato fue tratado en terapia intensiva, conectado a un respirador artificial, con drogas vasoactivas y en estado reservado. Y todo por una cadena de sucesos inesperados. Primero, el accidente de tránsito que lo obligó a caminar con bastón, luego trastabillarse por las escaleras del edificio ubicado en la esquina de las calles 4 y 45 de La Plata, en donde tenía sus oficinas su contador, Carlos Lunghi, y por último su edad: 80 años.
Lo trasladaron al Policlínico San Martín de La Plata ya inconsciente y en el lugar los médicos confirman que tiene traumatismo de cráneo con fracturas de los huesos frontal y parietal. Luego, fue derivado al Hospital Italiano de la Capital Federal y por último pudo regresar aunque cuadripléjico a Saladillo.
Con su muerte, el hombre dejaba en la historia política de la apertura democrática una de las frases más famosas de política argentina. Y sin embargo, fue declarado ciudadano ilustre por la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires y se erigió un busto en su homenaje en la Plaza Central de Saladillo.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa
“Vamos a tener que convivir con el agua” fue la frase que lo hiciera famoso y que Alejandro Armendáriz desplegó en la mesa del municipio de Pehuajó en 1987 según del Diario Noticias que se editaba en esa ciudad bajo una intendencia peronista. El Diario Noticias la editó al día siguiente. Alejandro Armendáriz estaba en la ciudad y la frase salió en la tapa y logró rebotar en cada rincón bonaerense para jamás caer en el olvido.
Todo comenzó en 1985, cuando en medio de la inundación que arrasó los municipios del noroeste del interior de la Provincia de Buenos Aires y las aguas de la laguna La Salada amenazaban con arrasar por completo la ciudad de Pehuajó, Alejandro Armendáriz dio muestras de un gobierno que había entrado la fase de resignación: «los pehuajenses van a tener que aprender a convivir con el agua”, dijo y desnudó una una idea en el peor lugar y momento.

De aquella frase que se hizo famosa y que que incluía un derrotismo explícito por parte del Gobernador radical Alejandro Armendáriz: «los pehuajenses van a tener que aprender a convivir con el agua”, surgió otra, dos años después, con tono heroico a partir de la defensa del terraplén de tierra que los vecinos de Pehuajó habían construido y defendieron durante dos años hasta aquella noche de 1987, en que las aguas fluyeron para intentar tapar el pueblo. Se la llamó «La Noche de las Palas».

Esa noche de 1987, comenzó una dura defensa del terraplén a palazos de tierra que traían los chacareros con sus tractores y los vecinos del casco urbano, haciendo pozos en las plazas, en los jardines de las casas y construyendo murallas de piedra para fortalecer aquella barrera y que Pehaujó sobreviviera. Y así, sin descanso ni llantos, todo el pueblo se levantó para sostener el terraplén.
La frase maldita de Armendáriz se conectó con la resignación y la resignación con el concepto de que «los radicales no saben gobernar» y jamás volvieron a ganar en la Provincia de Buenos Aires.
Qué sabés del primer Gobernador de la apertura democrática y su frase maldita más famosa
Nadie podía imaginarlo, pero la denominada «Lluvia del Siglo» del 31 de mayo de 1985, dejó un saldo de 14 muertos, dos de ellos en el Municipio de Morón, y puso bajo el agua cuatro millones y medio de hectáreas en el interior de la Provincia de Buenos Aires por el desborde del Río Salado. Y fue esta inundación la que llenó de agua la provincia y tardó veinte años en bajar.


Pese al fin de la lluvia y el rápido escurrimiento en las ciudades del conurbano, aunque con víctimas de por medio, el agua no cedió en el interior de la Provincia al punto que borró por completo la ciudad turística de Villa Epecuén, en el Municipio de Adolfo Alsina.
Pese a todo, Villa Epecuén jamás estuvo totalmente deshabitada, ya que Pablo Novak, un vecino cuya familia estaba firmemente ligada a la ciudad mediante distintos emprendimientos, se negó a abandonarla y fue el único que permaneció ahí como el único habitante.
El pueblo, fundado por Arturo Vatteone el 23 de enero de 1921, con la inauguración del primer balneario sobre la laguna, a 7 kilómetros de Carhué, cobró el nombre de «Mar de Epecuén» y comenzaron a lotearse tierras para conformar la ciudad.
A su vez, confluían varias líneas ferroviarias: Ferrocarril Oeste (hoy Sarmiento) para luego de varias combinaciones en la estación Villa Epecuén, mientras que el Ferrocarril Midland y el Ferrocarril del Sud llevaba pasajeros hasta la estación Carhué.
Villa Epecuén se encontraba a 7,3 km de Carhué y se encontraba pegada al lago del mismo nombre. Llegó a tener 1.500 habitantes y la visitaban 25 mil turistas durante el verano. La inundación de 1985 sumergió al pueblo completamente bajo el agua, obligando la evacuación de toda su población.

Pero Villa Epecuén quedó bajo el agua el 10 de noviembre de 1985, cuando el terraplén que separaba el río de la ciudad cedió y los excedentes hídricos inundaron el pueblo. Durante 15 días hubo una fuerte trabajo de evacuación y no hubo ninguna fatalidad. Incluso se trasladaron los féretros del cementerio hacia Carhué.

Pero llegó la lluvia del 31 de mayo de 1985, el terraplén cedió y la ciudad quedó sumergida creando el mito que todo pueblo del interior, cerca de una laguna, podía desaparecer de un día para el otro.
Villa Epecuén se fue cubriendo de agua lenta y paulatinamente y sus casi 1.500 residentes estables perdieron todo. Dos años después llegó a su pico máximo de inundación y las ruinas quedaron bajo el agua durante dos décadas. Recién a partir del 2020, comenzaron a verse los picos y terrazas de los edificios más altos.

Las aguas termales de la laguna Epecuén aún poseen un alto nivel de salinidad, similar al del Mar Muerto, lo cual lentamente generó un creciente interés turístico con fines medicinales.
El agua se siguió acumulando a causas de constantes lluvias y para 1987, el estado de riesgo golpeaba a Pehuajó. Con el antecendente de Epecuén, para mucho habitantes se presentaba como un posible desenlace. Muchos habitantes de los pueblos del Municipio de Pehuajó, ya habían tenido que dejar sus casas y buscar nuevos horizontes en donde radicarse.
El último día de marzo de 1987, se llevó adelante una de las movilizaciones con mayor convocatoria. La Plaza Dardo Rocha fue el centro de la concentración. Siete mil vecinos exigían respuestas y fue esa marcha la que dio lugar a «La Noche de las Palas”. El miedo a que el terraplén ceda y Pehuajó quedara bajo agua estaba latente luego de lo que había ocurrido con Epecuén. Los evacuados eran muchos, y en los pueblos del distrito, como en la zona rural, el agua había hecho daños que perdurarían por siempre.
Pero a su vez, de esa manifestación también surgió la construcción del Canal Jauretche. Y para abril de 1987, mientras que las precipitaciones no dejaban a la población estable ni circular, ni trabajar, ni producir con tranquilidad y el Municipio entero corría serio riesgo de ser arrasado por el agua que avanzaba a un ritmo incontrolable, las reuniones con funcionarios de la Provincia de Buenos Aires se multiplicaron hasta que se presentó el mismo Gobernador Alejandro Armendáriz en la ciudad para decir aquella la frase maldita: «los pehuajenses van a tener que aprender a convivir con el agua”.
La frase la desplegó en la mesa del Municipio de Pehuajó y la cubrió el Diario Noticias. El párrafo del medio gráfico que hace alusión a esa frase señala: «Ante la pregunta puntual de ‘¿cómo vamos a sacar el agua, porque la Fábrica de Pehuajó es el campo, que está totalmente cubierto de agua y si no la sacamos no vamos a fabricar, Armendáriz expresó: ‘Lo que pasa que uno vuela la Provincia y desde el centro hacia el oeste, está prácticamente con agua, entonces la realidad es que vamos a tener que convivir con el agua. Podemos sacar un poco, pero no toda el agua. En esto coinciden todos los técnicos, la gente de Hidráulica, que esto es así, es una situación que nos ha caído del cielo y que no tenemos posibilidad de solucionar, porque no tenemos donde mandar esta masa tan extraordinaria de agua de ninguna manera. La que podemos retirar son excedentes a través de las obras que están implementadas y que se van a concretar».
Pese a que se equivocó de lugar y momento, al regresar a la Capital Provincial dispuso el plan de obras hídricas que contemplaba la construcción del Canal Mercante que junto al Canal Jauretche y terraplén vecinal, alivió el ataque del agua y toda la ciudad comenzó a respirar.
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