
Casa Japonesa en Castelar: ¿Te acordás? Así se la conocía. Tenía un estilo japonés y estaba en la esquina de Alem y Avellaneda. En su jardín, había aves exóticas libres y la gente se paraba siempre a mirarlas.
Casa Japonesa en Castelar: ¿Te acordás? Estaba pintada de blanco. Y tenía grandes columnas cilíndricas de color rojo con dibujos japoneses en las paredes. Fernando Pueyo es el bebé delante de la casa a la que le decían «Pagoda», por su estilo japonés. Estaba ubicada sobre la calle Alem y esquina Mercedes.
La casa tenía un puente que unía el jardín con la puerta de entrada. Y estaba rodeada por un lago artificial con peces coloridos, garzas, patos, flamencos, cisnes y un pavo real.
Imaginese hoy hoy cuántas cosas se podrían haber hecho. Pero fue vendida, luego demolida y, por último, se construyeron comercios. No sólo se perdió la casa, sino todo su jardín verde.

Castelar tuvo y tiene casas de gran diseño. Y se destacó en el Siglo XIX por las casonas de fin de semana y verano de los dueños de la tierra que habitaban durante el año en la Ciudad de Buenos Aires. Entre ellos, el Castillo Ayerza.
Castelar es la segunda localidad más poblada de Morón. Pero tuvo un primer y único dueño: Mateo Sánchez.
Sánchez recibió un rectángulo de tierra sobre el Arroyo Morón cuando entonces la zona se conocía como Cañada de Ruíz, fue por mandato del gobernador Juan Ramírez de Velasco para que cultive y crie ganado.
Juan Ramírez de Velasco fue designado Gobernador del Río de La Plata en 1594 y asumió en 1595 y retuvo el cargo hasta el 7 de diciembre de 1596. Los límites del terreno casi reproducen exactamente los bordes actuales de Castelar.
Pero en 1610, las tierras cambiaron de propietario cuando Mateo Sánchez se las vendió al capitán Francisco Romero de Santa Cruz.
El inmenso terreno siguió en manos de los descendientes de Romero hasta que en 1673 las compró Sebastián de Gilles y poco a poco se fue fragmentando hasta los loteos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX.
