La Manada de Derqui

¿Cómo es la historia de «La Manada de Derqui? Se trata de un grupo de perros que fue salvado por vecinos que se comprometieron y que al día de hoy le siguen llevando comida todas las noches a los que aun quedan en el reconocido corredor.

La Manada de Derqui. En diálogo con Diario Anticipos, Carmen, una de las vecinas que llevó adelante la iniciativa, explicó que “la zona de la aviación del Palomar, más conocido por el corredor Derqui, se presta para que mucha gente abandone a perros o perras con sus crías también es una zona ideal donde perros perdidos se refugian en los campos de la aviación de palomar”.

La Manada de Derqui

La historia de Timi de la manada de Derqui

Una noche cuando Carmen bajó del colectivo cerca de las 23:00 vio “una carita que se asomaba en medio del pastizal a la altura de Avenida Rosales”. Se acercó, ella se escondió y le dejó alimento balanceado que siempre lleva consigo.

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“Una vecina me comenta que vio un perrito buscando comida en los tachos de basura que ponen al costado de la vía muerta ahí fue donde comenzó la historia porque buscamos un lugar para darle de comer”, relató.

Durante mucho tiempo se volvió una rutina: Carmen e Isabel le dejaban comida a Timi y cuando ellas se iban, se acercaba a comer. Hace un año y medio vieron que había tenido cría. “Pasó un par de meses y un día le presentó a sus hijos a Isabel. Timi le enseñó a sus hijos a desconfiar de los humanos y ella con el tiempo aprendió a confiar en nosotros”, relató.

Entonces organizaron la ayuda: Cuando Carmen salía de trabajar dejaba bolsas con huesitos cocinados. Otras dos vecinas, Valeria e Isabel, también se sumaron a llevar viandas.

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Isabel, también contó su versión de la historia con emoción: “Un día apareció Timi y me trajo para presentarme sus cachorros, pero comían cuando nosotras nos íbamos. Se sumó Vale a la tarea de ayudarlos a subsistir hasta que un día Timy comió de su mano y se empezó a dejar tocar”.

En enero de este año Timi volvió a parir, pero esta vez las proteccionistas pudieron acercarse: eran 7 y pudieron ser rescatados 6 con la ayuda de Mariana y Matías. “Cada cachorro qué fue rescatado fue adoptados en menos de una semana por excelentes familias. Hoy viven felices y son muy dependientes de sus papis humanos, Timi tiene la suerte de estar junto a su hijo Tomi”, celebró.

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“Con Vale conquistamos a Timi con paté, paciencia y amor”, expresó Isabel que al día de hoy colabora con la comida y la medicación de la Manada de Derqui.

Pero la tarea aún no terminó. Pulga Gruñona, otras dos perritas, también parieron pero no logran encontrar sus crías porque las tienen escondidos en los campos de la aviación de palomar.

Respecto a la problemática del abandono en el corredor, Carmen considera que es “indudable” que es una de las zonas de mayor abandono aunque reconoce que “hay mayor concientización con respecto a los derechos de los animales. Quizás no tanto como quisiéramos”.

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Las otras historias de El Palomar

Otras historias son las de Chico, el galgo que sonreía cuando veía a sus proteccionistas; el Gordo “un dulce de leche que le encantaban los mimos en la panza y que le hablen”;  Zorry “un negrito con orejitas triangulares que era el bebé de esa manada de amigos”; una dogo que había parido y no paraba de caminar, no se dejaba agarrar hasta que se metió en una casa; un caniche que nadie reclamó y se sumó a la familia de Chabela; Chipi, la perra del kiosco que la dejaban siempre en la calle y hoy vive con Carmen; Patitas, una perrita dulce que recibió un tiro de un vecino y hoy, recuperada, tiene hogar.

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Isabel se refirió a la problemática de la sobrepoblación de animales y opinó: “El Estado debería poner en marcha patrullas animales para defender los derechos de los animales y que además puedan entrenar gente para rescatar a perritos que no se dejan agarrar porque no hay nadie que haga éste trabajo, y colaborarían mucho con el control de la población”.

“Necesitamos ayuda para ellos. En el Corredor Derqui hay macumberos, gente drogadicta y chicos inadaptados que les tiran piedras”, denunció.

A su turno, Valeria definió el trabajo que hacen como “simplemente un grupo de vecinos que no miramos a un costado ni fuimos indiferentes a la necesidad de estos animales, la obligación de estar ahí para ellos sale de nuestro corazón”.

“Lo que nos hace seguir adelante e ir cada noche, hagan 30° o -2°, es el amor y agradecimiento que nos devuelven y el éxito logrado con los que pudimos sacar y dar en adopción. Lo logrado hasta ahora fue sacrificio y a pulmón”, afirmó.

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Sin embargo advirtió que hoy la situación las supera. “Las hembras se siguen reproduciendo y no logramos sacarlas de ahí para castrarlas. Pedimos ayuda por todos lados, pero no recibimos respuesta, o por lo menos no la necesaria”.

Por último, Carmen destacó el rol de María Dolores de Protección Animal El Palomar en los trabajos que realiza. “Su ayuda fue fundamental en cada adopción. Ella nos asesora y facilita en todo lo que hacemos. Es una mujer que como nosotras hace todo lo que hace desde su lugar y con las herramientas que se fue ganando ella misma. También lucha desde su corazón, movilizada por el deseo de los derechos animales y el control poblacional sean realmente cumplidos”.

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