Clarín y la crisis

Clarín y la crisis de los medios de comunicación. Entre 2016 y 2019, fueron despedidos 3000 trabajadores y liquidada por primera vez desde su fundación Télam, la única agencia oficial del Estado Nacional.

Clarín y la crisis de los medios de comunicación. Los números fueron censados por FOPEA y SIPREBA. Y hay que agregarle los últimos despidos.

Clarín y la crisis de los medios de comunicación

(por Andrés Llinares).- En principio, la quita de pauta publicitaria oficial desinfló medios privados creados por el Gobierno anterior con fondos públicos. La inversión fue a gran escala y puesta en circulación para contrarrestar la formación de opinión de dos grandes grupos asociados: Clarín y La Nación.

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A su vez, la crisis económica que se desató en 2016 y el ajuste de las empresas y del Estado, afectó redacciones, radios y canales de televisión.

También la incorporación de nuevas tecnologías y la disposición de plataformas como Netflix o YouTube TV le quitaron televidentes a la pantalla de canales de aire que siguen profundizando como mejor receta la vulgaridad de contenidos.

Incluso la falta de contenidos y la producción de radio por televisión. Uno o más panelistas y un invitado. Pura radio. Puro discurso y opinión sin imágenes tan siquiera de archivo.

En tres años hubo toda una cronología de los despidos, «retiros voluntarios» y cierre de lugares de trabajo. El paradigma cambió y la presión de la crisis aceleró la transformación.

Mientras los grandes medios son más dueños que nunca, por debajo se fragmentó el poder de circulación de noticias.

La gran estafa que generaron los supuestos empresarios como Sergio Szpolski y Matías Garfunkel cayó sobre 800 trabajadores del «Grupo 23» que tuvo su mayor visibilidad con Tiempo Argentino, Infonews y El Argentino.

Szpolski y Garfunkel son dos claros ejemplos de enriquecimiento ilícito y fraude laboral.

Szpolski es sociólogo y rabino. Y a los 34 años fue aliado de los laboristas israelitas (Avodá) en la Argentina, quienes controlaban la AMIA.

Como Tesorero de la AMIA, Szpolski apoyó a entidades judías con problemas económicos. Esto lo insertó en la comunidad y los medios de comunicación.

Lentamente, la carrera fue a velocidad de la luz. Se asoció a Daniel Hadad en el diario de negocios Infobae. Ingresó como socio a Luis Cetrá (dueño de Radio Rivadavia y hombre de Enrique Nosiglia) para la distribución del diario universitario gratuito La U.

Y en 2004 adquirió el paquete mayoritario de la revista Veintitrés. Cinco años después era propietario de las revistas 7 Días y Newsweek Argentina, y los periódicos Diagonales, El Argentino y Miradas al Sur.​

Entre 2003 y 2004 la justicia lo procesó por estafa y le impidió salir del país. Estuvo procesado por estafa en el marco de la causa que investigó la quiebra fraudulenta del Banco Patricios del cual formaba parte. ​

En 2004, el tribunal de ética de la AMIA lo condenó por las inversiones que hizo en su propio banco aprovechando su puesto de tesorero en la institución abusando de su posición de tesorero de la mutual judía en beneficio personal y lo expulsó.​ A ver: La conducción de la AMIA lo expulsó en 2004. Pero el tipo siguió adelante como nada.

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A pesar de haber participado de la quiebra fraudulenta del Banco Patricios, a pesar de haber sido expulsado de la AMIA por un manejo de fondos irregular, en 2008 era el hombre que más pauta publicitaria recibía del Estado Nacional.

Fue cuando se asoció al grupo Electroingeniería, y compró Radio Del Plata.​ En 2009, adquirió FM Aspen y Radio América. Y en ​2013 la FM de Radio Rivadavia, Rock & Pop y Splendid.

La UTPBA lo denunció por una estafa de 4 millones de pesos al quedarse con los aportes patronales de sus trabajadores. ¿Qué pasó? Nada.

Y en marzo de 2015, los trabajadores de la empresa Poligráfica del Plata lo denunciaron por la quiebra fraudulenta de la empresa. ¿Qué pasó? Nada de nada.

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Entre julio de 2009 y junio de 2015, el Grupo 23 recibió 814.961.991 de pesos de pauta oficial. E incluso la cantidad de emisoras acumuladas incumplían con el tope de licencias previsto por la fallida Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual traccionada por el mismo gobierno que le pegaba.

Recién en 2015, fue denunciado ante la Unidad de Información Financiera (UFI) por el dirigente massista Walter Martello. La denuncia fue por lavado de dinero, vaciamiento de empresas, testaferros, evadir aportes previsionales y entregar cheques sin fondos.​

A partir de 2015, el grupo se fue fragmentando para venderlo en partes o directamente cerrando espacios de trabajo.

Recién el 11 de abril este año, o sea, cuatro años después, el juez Ezequiel Berón de Astrada citó a indagatoria a Sergio Szpolski por evasión impositiva solo en Radio América. El juez en lo Penal Económico lleva una causa donde la AFIP lo acusa de evadir $ 3 millones del IVA, en el año 2013, cuando Radio América era gestionada por el Grupo Veintitrés.

Su socio Matías Garfunkel, fue más práctico. Al finalizar el kirchnerismo, Garfunkel se desprendió de los medios que tuvo en sociedad con Szpolski. Y el mismo diciembre de 2015 se instaló en Miami, con su pareja la entonces modelo Victoria Vanucci.

En octubre de 2016, fue procesado sin prisión por supuesto contrabando de obras de arte y antigüedades. ¿Y qué pasó? Obvio, nada.

El Grupo 23 es el claro ejemplo sobre cómo invertir dinero en la nada misma. Transferir fondos del estado a empresarios privados que a su vez evaden impuestos del mismo estado que le gira los fondos para retirarse millonarios y partir hacia el exterior no tiene un objetivo político.

Entre otras cosas, si algo no pudo el kirchnerismo, fue cambiar la matriz productiva de bienes culturales. Infló con pauta oficial medios de comunicación circunstanciales y se olvidó del trabajo de los pequeños y medianos medios regionales que tiene penetración territorial.

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Ahora bien, el poder no paga criterio, ni reflexión, ni inteligencia, ni capacidad de análisis, ni honestidad y menos que menos crítica. El poder paga poder. Y la propagando como mecanismo de persuasión o castigo, es parte de cualquier dispositivo de poder.

Este es un caso testigo único que emergió con el kirchnerismo.

Pero bajo el Gobierno Nacional del Presidente Mauricio Macri se cerró Infojus Noticias.

En el medio se «borró» un importante archivo de historia reciente, que incluía extensas coberturas y datos de juicios de lesa humanidad e información sobre el incendio de Iron Mountain y las complicidades empresariales.

Este caso también un ejemplo sobre cómo el poder intenta re inscribir la memoria social.

Por otro lado, la crisis económica y del paradigma informativo le pegó de lleno a los medios.

Echaron trabajadores el diario Crónica, BAE, Crónica y Radio El Mundo.

El Buenos Aires Herald terminó cerrando.

Clarín, La Nación y Página 12 ofrecieron «retiros voluntarios».

De Clarín se fueron 200 periodistas en 2016. A principios de 2017, el multimedios cerró la planta AGEA y dejó en la calle a 380 trabajadores.

Cerró la Agencia DyN, El Gráfico y las revistas Cosmopolitan, Vanidades, Harper’s Bazaar, Ser Padres, Runners y Muy Interesante de Editorial Atlántida.

La TV Pública dejó de producir noticieros los fines de semana.

En Radio Nacional cesantearon decenas de trabajadores. Y también en los canales Encuentro, Paka Paka y Deportv.

El Grupo Indalo esta en una crisis gigante pero sigue abierto. C5N, Pop, Mega, Radio 10 y Vale, Ámbito Financiero y Diario El Paraná (en sociedad con la familia Etchevehere), siguen operando con crisis regulares.

De la Agencia Télam fueron despedidos 354 trabajadores y desmantelada. Hoy reproduce noticias oficial o funcionales al aparato estatal.

Radio Blue dejó de producir programas y sólo pasa música.

Radio Emisora Cultural, propietaria de Radio Rivadavia y Radio Uno, quebró.

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Y ahora se suman más despidos del Grupo Clarín y el cierre definitivo de Radio El Mundo.

La crisis a su vez esta influenciada por un segmento social que incorpora información a través de la redes sociales que producen en ocasiones más y mejor información que los medios masivos de comunicación que no salen de los viejos formatos.

La masividad aplasta el contenido para ensanchar la demanda. Las grandes producciones hoy son excesivamente caras para el rebote comercial que generan. La vulgaridad paga.

Cuando asumió el Presidente Mauricio Macri, sólo con Decreto de Necesidad y Urgencia disolvió el AFSCA y así deshizo la democratización de los medios para reemplazarlo por la expansión del mercado vía la concentración económica.

¿Un ejemplo? Para el Grupo Clarín, la fusión Cablevisión-Telecom y la autorización de la compra de Nextel.

Cuál es el negocio, el cuádruple play: Internet, Cable, Celular y Telefonía Fija.

Pero resulta que ese proyecto ya fracasó en función del avance de la tecnología. La gente de de baja las líneas de teléfono fijas. Y los celulares cada día son más obsoletos en la Argentina por el alza impresionante de los costos de adquisición. Vender un paquete de cuatro servicios de los cuales uno es desechable (la telefonía fija) y el otro obsoleto (celular) para recibir información visual, complicó el mercado.

A la concentración y el manejo corporativo de la información, subyace el mundo de los medios chicos, pequeños, alternativos y sectoriales por los cuales la gente se informa.

Los medios masivos no son ejemplo alguno. Caso de esta prueba es la cadena de sucesos vergonzosos sucedidos alrededor del supuesto programa político que conduce Alejandro Fantino, un relator de fútbol devenido a formador de opinión. Tráfico de influencias, edición de noticias sin respaldo, extorsión, coaching de candidatos, contactos con los servicios de inteligencia.

La historia breve de los medios es que los dueños son más dueños que nunca.

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Pero quedamos atrapados también en la transformación del soporte material, como el papel, al digital. Esto afecto la compra de diarios y revistas, más la necedad del Sindicato de Canillitas. Y el avance del apagón televisivo.

Tengamos en cuenta que si de un proceso de producción de contenidos, lo más relevante es la circulación, hoy cualquier medio esta en manos de Google LLC que fundaron Serguéi Brin y Larry Page y fueron sumando productos gracias a la incorporación de capital de la multinacional estadounidense Alphabet Inc, entre ellos el más conocido, GMail (o Google Mail) y la sumatoria de YouTube; también estamos en manos de Facebook y Whatsapp que tienen el mismo dueño: el norteamericano Mark Zuckerberg; y por último estamos en manos de Twitter de otro norteamericano, Jack Dorsey.

O sea que tres empresas norteamericanas soportan toda la circulación de información occidental: Google, Facebook y Twitter (Instagram atrasa en el caso de la información).

Esto también le dio de lleno a los medios nacionales. La industria cultural argentina se vio devastada. Si en la década del ’60, las distribuidoras de diarios decidían que ejemplar dejaban en los kioscos y cuáles no, hoy apenas sobreviven por el cambio de hábito.

Clavar una nota desde cualquier rincón del mundo a las capitales occidentales es facilísimo siempre y cuando el material lo amerite. Treinta años atrás, impensado.

Los medios no se actualizaron. La industria nacional siempre esta en retroceso. La crisis económica se acelera. Las inversiones fueron desacertadas. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no desconcentró y acumuló sobre medios territoriales y las plataformas extranjeros se quedaron con la circulación de bienes simbólicos.

A su vez, el problema es el trabajo del periodista que debe redefinirse en el mundo digital. Ya no alcanza con escribir en Word, es muy poco saber para acceder a un medio digital. Pero también tiene que regularse la circulación de bienes y la penetración de las plataformas extranjeras. Hoy imposible. Es un camino a trazar.

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