Cromañón: «Después de la muerte de Gisela, no tengo más vida», dijo el padre. Hoy a las 22:50 se cumple un año de la tragedia en Cromañón. Morón tuvo 3 muertos. Anticipos dialogó con Miguel Barbalace, el padre de la adolescente de 17 años que residía en Villa Sarmiento.
Cromañón: «Después de la muerte de Gisela, no tengo más vida», dijo el padre. El 30 de diciembre de 2004 a las 18:40, Gisela Barbalace (17) tomó un colectivo de la línea 96 en Brown y Rivadavia, una esquina de Ramos Mejía. Vestida con calza negra, zapatillas marca Topper y una remera color blanca con la tradicional lengua de los Rolling Stones dibujada en la parte delantera.
Gisela ascendió a ese medio de transporte, pidió un boleto de $1,35, colocó las monedas en la máquina expendedora, agarró el pasaje, se dio vuelta, saludó a las tres hermanas Novoa: Cecilia (18), Daiana (15) y Lucía (20), las tres de Isidro Casanova, y se acomodó en uno de los asientos.
El encuentro no fue casual: las jóvenes amigas previamente habían acordado viajar juntas en el mismo ómnibus, con destino a Once.
A las 20:00 llegaron al boliche República de Cromañón, conversaron 30 minutos en la puerta, se colocaron en la fila y luego ingresaron.
Excepto Lucía, quien con su novio se ubicó en la parte inferior del lugar, las adolescentes decidieron disfrutar del recital del grupo de rock Callejeros en el sector superior.
Hasta ahí todo era juventud, sueños, esperanzas, proyectos, futuro.
Pero una bengala apagó la luz, encendió la tragedia y, a las 22:50 de una noche como hoy hace exactamente 365 días atrás, le puso fin a la ilusión de Gisela, Daiana, Cecilia (las tres fallecieron) y 191 personas más. Solo se salvó Lucía (20).
«Ese día, cuando yo regresaba del trabajo, me encontré a mi hija en la parada del colectivo y le sugerí cargarle una tarjeta al teléfono celular, no llevar cosas de valor, que se cuide y que nos avise si surgía algún inconveniente. Al despedirla, le di un beso y un fuerte abrazo; y eso fue lo último que me quedó de mi hija», cuenta hoy Miguel Barbalace (45) el padre de Gisela, quien vivía en Marcos Paz 802, Villa Sarmiento.
«Cromañón es consecuencia de la reiterada corrupción que siempre existió en Argentina», analiza Miguel. «Durante muchos años nos hicieron creer que todo era a costa de la coima, el soborno y la hipocresía. Total, decían que nunca iba a pasar nada. Pero sucedió, se incendió un boliche que el día de la tragedia no tenía que estar abierto y fallecieron 194 personas. ¿Y ahora?», pregunta Miguel. Y sin encontrar respuesta, se pasa las manos por los ojos colorados y bebe gaseosa para digerir la angustia y el dolor.
La escala de responsabilidades por la tragedia ocurrida en Cromañón, Miguel la ordena así: 1) «el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra,» 2) «el dueño del boliche, Omar Chabán», 3) «la Policía de la Provincia de Buenos Aires y los Bomberos Voluntarios» y 4) «el gobierno nacional por encubrir a Ibarra».
Cromañón: «Después de la muerte de Gisela, no tengo más vida», dijo el padre
Miguel vive con su mujer Ada Ruth Sirlih (45), madre de Gisela y Daniela (21). «Después de perder a mi hija menor yo no tengo más vida. Sigo adelante porque está Daniela quien, junto con la lucha que me comprometí a llevar frente al ataúd de Gisela, es lo que me da fuerzas para continuar», cuenta Miguel, empleado administrativo de la Federación Patronal de Seguros sucursal Morón.
El 17 de diciembre de 2004, Gisela finalizó el Polimodal en la escuela número 98. Ese día, Miguel y Ada le entregaron a su hija el diploma que dice «Recibida en Ciencias Sociales» con 8,50 de promedio.
Fanática de la historia, Gisela estaba anotada para realizar el profesorado de Historia en el Instituto de Fasola y Gaona. Paralelamente, se había inscripto en el CBC de la UBA para comenzar a cursar la carrera de Ciencias Económicas en el 2005.
«Mi hija era aplicada, inteligente y responsable. Gisela era muy apegada a su mamá y para que hiciera las cosas nunca había que decirle nada, conocía muy bien cuáles eran sus obligaciones», recuerda Miguel.
Según la autopsia, Gisela falleció a las 01:20 del 31 de diciembre asfixiada por inhalación de monóxido de carbono. Junto a ella, en Cromañón murieron Marianela Rojas (19) de Barrio Texalar, Morón Sur; y José Leandro Avalos (17), de Merlo Gómez, también Morón Sur.
Hoy se cumple un año de la tragedia. Los gobiernos porteño y bonaerense decretaron el luto. Con una marcha de Plaza de Mayo a Once culminará la Semana de la Memoria. Y Miguel, quien junto a 19 padres participa en la Agrupación Justicia y Memoria por Nuestros Pibes, pidió que cada 30 de diciembre sea recordado como «un día de lucha contra la impunidad».
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