
El 20 de marzo de 2024, en la peluquería «Verdini» de Recoleta, Luis Abel Guzmán le disparó en la cabeza al colorista Germán Gabriel Medina, luego intentó matar a Facundo, su dueño, pero fracasó y fue entonces que escapó por una ventana. Desde entonces está prófugo.
El relato de la seguridad. La madre de Luis Abel Guzmán vive en la provincia en que nació: Santiago del Estero. «Rezo para que mi hijo se entregue pronto», fue lo único que dijo. Desde el 21 de marzo que Guzmán está prófugo.
En abril, dos detenidos se fugaron de una comisaría en Villa Urquiza y aún no se sabe nada de ellos.
A principios de mayo le robaron una fortuna -también en Recoleta- a Gino Bogani tal como lo explica la nota a continuación.
En Rosario, tomada por el narcotráfico, se fugan once presos y la policía se dio cuenta cuando a uno lo entregó la mamá.
La Policía de Misiones se acuarteló y tomó varias dependencias de las fuerzas. Al mismo tiempo se conoció la existencia de un paro de docentes que lleva 30 días. Y todo hace suponer que podrá haber un estallido social.
Lo cierto de todo esto es que el foco está puesto en el conurbano de la Provincia de Buenos Aires y entonces es evidente la intencionalidad política.
Quieren aplacar el tráfico de drogas en Rosario y no puede encontrar al asesino Guzmán que mata dentro de una peluquería.
Quieren presentar la Ciudad de Buenos Aires como segura, y le roban a Gino Bogani, caso que se dio a conocer por que la víctima es un diseñador de moda famoso.
Quieren presentar la Provincia de Buenos Aires como el eje del mal y se escapan dos presos de una Comisaría de Villa Urquiza.
¿Es cierto que la sociedad es más violenta? Es cierto. ¿Es cierto que creció el delito? Es cierto. ¿Es cierto que los valores cambiaron? Cambiaron, sí, es cierto. Hoy es exitoso el que tiene dinero, una carrera digna o un trabajo respetable. Todo esto es cierto, pero el mal reside en la Provincia de Buenos Aires.
De tanto ver y castigar lo que ocurre en el conurbano, que es tan triste y lamentable como lo que ocurre en Rosario, o peor, se nos escapa una mirada nacional del problema de seguridad que no pasa por un gobernador sino por prácticas políticas concretas del Gobierno Nacional y el Ministerio de Justicia.
Nada nos va a sacar de la miseria de la violencia enfocando por cuestiones políticas la responsabilidad a uno de los 24 gobernadores como si fuera él único responsable de las tragedias en territorio argentino.
Se ha politizado tanto el hecho de centralizar todo el conurbano bonaerense que finalmente se no pasa por alto lo que ocurre en Rosario, centro del narcotráfico que nutre no sólo sus alrededores sino también Buenos Aires y Córdoba.
Pensemos que la culpa es sólo y exclusivamente de un responsable institucional y seguiremos pidiendo respuestas a quién no las puede dar.
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