El Obelisco de Buenos Aires, la historia que nadie se animó a contarte foto a foto. Para satisfacer los requerimientos del trazado de la Diagonal Roque Sáenz Peña, hoy Diagonal Norte, fue demolida nada más ni nada menos que la Iglesia de San Nicolás de Bari que estuvo ubicada en el lugar en que hoy está el Obelisco de Buenos Aires durante 300 años. La demolición fue durante la intendencia de José Guerrico y si bien hubo protestas, ninguna fue la suficientemente fuerte.
El Obelisco de Buenos Aires. La historia que nadie se animó a contarte foto a foto. La iglesia se demolió durante la intendencia de José Guerrico mientras estuvo en la Calle del Sol que más tarde se denominaría Calle San Nicolás y que ahora la conocemos como Avenida Corrientes.
En la intersección de la Calle Sol con la Calle Carlos Pellegrini, que por entonces ni siquiera tenía nombre, y el barrio se llamaba San Nicolás gracias a la capilla, se levantaba la Iglesia.
La iglesia se remontaba al años 1733 cuando don Domingo de Acassuso, que ya había fundado en San Isidro la capilla San Isidro Labrador en 1706, mandó construir la Iglesia de San Nicolás de Bari en la intersección de las actuales hoy Avenidas 9 de Julio y Corrientes, en donde también funcionó un refugio para doncellas y pobres.
Es la única iglesia colonial que actualmente no existe. Pero Domingo Acassuso no vio su obra terminada. Falleció en Buenos Aires el 8 de febrero de 1727, al caerse de un andamio, antes de que finalizara la obra de la Iglesia San Nicolás de Bari 1733.
En aquel entonces, el siglo XVIII, a pocos metros de la Iglesia San Nicolás de Bari se hallaba la Plazoleta de San Nicolás donde paraban las carretas que traían productos de lo que hoy llamamos conurbano para abastecer a la ciudad.
Luego esa plazoleta, la de San Nicolás, se llamaría Plaza Nueva y fue la segunda plaza que tendría la ciudad de Buenos Aires luego de su pionera Plaza Mayor que hoy conocemos como Plaza de Mayo.
En 1809, la Plazoleta de San Nicolás o Plaza Nueva cambiará su nombre por Plaza de la Unión y finalmente se llamará Plaza de las Artes.
Con todo estos datos, ya tenemos una línea narrativa en la que es fácil saber cómo la especulación inmobiliaria se impuso sobre la historia y las tradiciones argentinas. Y fue justamente bajo la intendencia de José Guerrico.
En su cúpula había flameado por primera vez en 1812 la bandera argentina, lo que se recuerda en la inscripción del lado norte del Obelisco y también en la misma iglesia se había bautizado en 1913 al primer santo de nuestro país San Héctor Valdivielso Sáez.
Pero nada de esto detuvo a las autoridades. Ahora bien, ¿por qué demoler una iglesia colonial, la primera en izar la bandera argentina, la primera en bautizar un santo nacional? Para terminar el ensanche de la Avenida 9 de Julio y conectar la Ciudad de Buenos Aires hacia el norte, lugar de residencia de las familias más ricas y poderosas.
¿Quién fue José Guerrico?
Su familia, de origen vasco, había estado muy cerca al régimen federal de Juan Manuel de Rosas. Pero José Guerrico, como se lo conoce supo desprenderse de ese pasado una vez que los unitarios tomaron el control del país.
Y supo moverse tan bien en los laberintos del poder que logró demoler la Iglesia Colonial para que la Avenida 9 de Julio no tuviera obstáculos.
Como rematador, formó la firma Guerrico & Williams contó con la presencia de este último por poco tiempo. Pero José Guerrico nunca le cambió el nombre a la empresa. Y finalmente radicó sus oficinas en Carlos Pellegrini 1.042, en el viejo colegio amarillo ubicado en Santa Fe y Charcas, y que también cayera bajo la piqueta con la apertura de la Avenida 9 de Julio.
Fue designado Intendente de la Ciudad de Buenos Aires por el dictador José Félix Uriburu. Y Guerrico quiso pasar de la «vieja aldea» a la «gran ciudad» porque obviamente hacía vendería más lotes y más caros.
Apagó el último farol a querosén que ardía en Buenos Aires y la luz eléctrica se convirtió en el único sistema de alumbrado público y empedró decenas de calles de la zona norte de la Ciudad.
Guerrico hizo fortuna con la venta de lotes y la apertura de nuevos barrios en la incipiente Ciudad de Buenos Aires, tanta que vivió Arenales 1.037, en la casa que fuera del Presidente Nicolás Avellaneda, también demolida para la construcción de la Avenida 9 de Julio.
En aquellos tiempos de 1930, la adquisición más allá de Floresta de extensión de tierras, equivalía a fundar un barrio para lo cual se constituía una empresa que podía vender, construir edificios públicos, comprar hornos de ladrillos, levantar iglesias, colegios, establos, usinas de gas, agua corrientes y electricidad. Trazar y fundar el barrio como el de Versalles que fue producto de la Compañía de Tierras del Oeste.
La Avenida 9 de Julio había comenzado a construirse entre 1889 y 1890, durante la breve gestión del intendente Francisco Seeber. Y demostró cómo potenciaba la Ciudad de Buenos Aires. De allí, que José Guerrico se propuso terminarla.
Entonces, para que que Diagonal Norte y la Avenida 9 de Julio puedan conectarse en dirección norte, primero debía demolerse la Iglesia San Nicolás de Bari, un hecho imposible de realizar sino fuera por la imposición del silencio que imponía la dictadura del primer golpista argentino: el General José Félix Uriburu.
La Plaza de la República, en donde se ubicaría el Obelisco, sería el nuevo centro para la refundación de la ciudad: allí convergían las futuras avenidas Diagonal Norte, Corrientes (en proceso de ensanche) y el flamante corredor Norte-Sur, con lo cual se creaba un foco que quitaría peso y tránsito al eje histórico de la Avenida de Mayo.
Y no sólo se demolió la histórica Iglesia Colonial Nicolás Di Bari, también fue necesario derribar el Hipódromo (escenario circense donde actuó el famoso payaso Frank Brown), el primitivo Luna Park y el primer Teatro del Pueblo.
Y en febrero de 1936, una vez finalizada la rotonda para el cruce de las nuevas avenidas, el intendente Mariano de Vedia y Mitre propone erigir allí un obelisco como símbolo del cuarto centenario de la primera fundación de Buenos Aires.
La idea original del obelisco pertenecía a Atilio Dell´Oro Maini, secretario del intendente porteño. El proyecto fue duramente cuestionado, debiendo enfrentar todo tipo de objeciones, desde las legales hasta las simplemente estéticas.
Y es que desde fines de la década del veinte, ya se disputaba la construcción de un monumento alegórico a San Martín o a Manuel Belgrano en la Plazoleta de la República emplazamiento.
Poco después y pese a las críticas se decide la construcción del polémico obelisco. El mismo debía erigirse en tiempo récord para clausurar el debate lo antes posible.
¿Cómo se logra demoler una iglesia histórica y colonial sin oposición? Bajo un gobierno de facto: el de José Félix Uriburu, el general pque derrocó a Hipólito Yrigoyen, en complicidad con un intendente de Buenos Aires que justamente se destacaba como «rematador» de lotes e inmuebles en toda la Ciudad y el interior del país: José Guerrico.
Pese a todo, los sectores dominantes de la Ciudad de Buenos Aires tuvieron pudor y mandaron a levantar una segunda iglesia Nicolás de Bari sobre la Avenida Santa Fe 1364, aunque cuatro años después, en 1936.
Lo cierto es que entre la Iglesia San Nicolás de Bari y lo que sería el Obelisco, no hay relación estética ni arquitectónica alguna. Pero hasta la fecha sobrevive el Obelisco de Buenos Aires y se lo admira y festeja como si siempre hubiera estado ahí.
Cuatro años después de la demolición de la Iglesia San Nicolás de Bari para ensanchar la Avenida 9 de Julio y hacerla una línea recta.
Y el 3 de febrero de 1936, a 400 años de la denominada Primera Fundación de Buenos Aires, el entonces intendente Mariano de Vedia y Mitre, nombrado por el Presidente de la Década Infame, Agustín P. Justo, firma un decreto que generaría fuertes polémicas: la ejecución de una obra de carácter extraordinario que señale al pueblo argentino la verdadera importancia de aquella fecha con un monumento que homenajeara la Capital Federal de la Nación como centro de la civilización de la República Argentina.
Mariano de Vedia y Mitre le encarga no a un artista sino a un arquitecto, Alberto Prebisch, la obra y así surge la idea de hacer el Obelisco de Buenos Aires.
¿Por qué Alberto Prebisch? Porque se lo consideraba uno de los principales difusores del racionalismo europeo en Argentina. El monumento no debía entorpecer la circulación de la Avenida 9 de Julio que estaban ensanchando, y Prebisch sería el hombre ideal por su estilo despojado.
Así que le presenta el ante proyecto al intendente Mariano de Vedia y Mitre que ejercía el despotismo desde su gestión y estaba rodeado de escándalos de corrupción y de inmediato se lo aprueba.
La obra se realiza en tan sólo 60 día. Comenzó el 20 de marzo de 1936 y fue inaugurada el 23 de mayo de ese mismo año.
A) Se inauguró en 1936 con motivo de celebrarse los 400 años de la fracasada Primera Fundación de Buenos Aires.
B) Originalmente estaba revestido con lajas de piedra blanca calcárea de Córdoba, que en 1939 fueron reemplazadas por revoque ya que algunas se habían desprendieron.
C) Durante los 60 días de trabajo se emplearon 157 operarios.
D) Se ubica en el lugar donde fue izada por primera vez la bandera nacional en la ciudad. Está emplazado en la Plaza de la República, en la intersección de las avenidas Corrientes y 9 de Julio
E) Tiene una altura de 67,5 metros y cuenta con una única puerta de entrada, mirando hacia la Avenida Corrientes en dirección Oeste. Detrás, hay una escalera marinera de 206 escalones con 7 descansos cada 8 metros y otro a 6 metros que lleva a la cúspide.
F) En la cúspide se puede encontrar cuatro ventanas con persianas metálicas a las que se llega por una escalera marinera. Las ventanas son visibles desde la calle, y ofrecen una gran vista de la Plaza República y el resto de la Ciudad de Buenos Aires.
El Obelisco pesa 170 toneladas, costó 200 mil pesos moneda nacional. Y como dijimos, si bien fue diseñado por Prebisch lo construyó la empresa Siemens.
Y no sólo objeto de culto y referencia, sino también sitio de festejos durante breves años:
El Obelisco, emplazado en la Plaza de la República, recuerda en cada una de sus caras un hecho histórico porteño:
A) La Primera Fundación de la Ciudad de Buenos Aires, en 1536
B) La Segunda Fundación de Buenos Aires, en 1580
C) La primera vez que se izó la bandera nacional en la ciudad, en agosto de 1812, en la iglesia de San Nicolás de Bari, en donde hoy se levanta precisamente el Obelisco
D) La constitución de Buenos Aires como Capital Federal de la República Argentina desde 1880.
El Obelisco fue escenario de muchas anécdotas y hechos insólitos.
La mañana del 21 de junio de 1938 aparecieron destruidas las gradas donde niños de colegios primarios y secundarios de la ciudad habían celebrado el Día de la Bandera el día anterior. Durante la noche, esa noche se produjeron desprendimientos de varias placas que podrían haber sido fatales.
Para terminar con el peligro de que nuevas placas de piedra pudiesen caer, fueron reemplazadas por revoque de cemento en el que se imitó el dibujo de las lajas y no se tuvo en cuenta que se retiró la leyenda «Alberto Prebisch fue su arquitecto».
En 1939, alguien colocó en la cima una bandera argentina. Pocos meses después, un joven amenazó con arrojarse al vacío si no se le conseguía un trabajo. En varias oportunidades se aprovechó la enorme estructura de distintas maneras: en 1973 se lo decoró como árbol de Navidad.
En 1975 se colocó un anillo giratorio en el cuarto inferior de su altura, con las inscripciones «El Silencio es Salud» y «Mantenga Limpia Buenos Aires”.
En 1987 se rodeó al Obelisco con una reja para impedir las inscripciones en sus paredes. Pero en 1998, activistas de Greenpeace violaron el acceso y desplegaron desde la punta un cartel con la leyenda «Salven el Clima».
Una de las intervenciones más polémicas se produjo el 1° de diciembre de 2005. Ese día, el Obelisco amaneció cubierto por un gran preservativo rosa de 65 metros, en el Día Mundial de Lucha Contra el Sida.
Debajo de la Plaza de la República y a ambos lados del Obelisco, existieron dos pasajes subterráneos, denominados Juan de Garay (ubicado paralelo a la calle Lavalle) y Pedro de Mendoza (a la par de la calle Sarmiento), que sirvieron para el cruce de la Avenida 9 de Julio y que albergaban galerías comerciales, en donde se podían conseguir herramientas, libros, revistas y artículos fotográficos.
Hubo también algunos comercios muy buenos dedicados a la compra y venta de libros y revistas usados de viejo y para coleccionistas de monedas y estampillas y de cuadros y murales de reproducciones de artistas importantes. También hubo un tercer pasaje denominado Ingeniero Fausto Newton, que permite acceder a las estaciones de subtes B, C y D.
Con una altura total de 67,5 metros y una base de 6,8 metros por lado, el Obelisco posee una única puerta de entrada que mira hacia la Avenida Corrientes en dirección oeste, detrás de la cual hay una escalera marinera de 206 escalones con 7 descansos que lleva a la cúspide.
La escalera del Obelisco se la considera marinera ya que es vertical y tiene tramos de oscuridad. Subir con barbijo quita el aire, pero en la cima está la luz al final del trayecto y por la ventana que da al Este ingresa un viento fuerte y frío que renueva las energías. Para ingresar, tiene una sola puerta de entrada en su cara oeste.
El Obelisco, ícono porteño, sí, pero también, reafirmación de que la Ciudad de Buenos Aires no sólo es eso, una ciudad, sino la Capital Federal de toda una República.