Los secretos ocultos
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¿Conocés los secretos ocultos de ese icono de la avenida General Paz y la avenida Constituyentes? Pocos conocen su historia. Fue construido en 1949 por una empresa alemana que llegó al país después de la Segunda Guerra Mundial.

Si hablamos de los secretos ocultos del gasómetros, hay que hablar de los alemanes de la empresa Maschinenfabrik Augsburg-Nürnberg que fueron quienes trajeron cada pieza con el objetivo de almacenar gas de carbón de coque e iluminar las calles.

Sobre el terreno donde se construyó, antiguamente había una laguna.

Considerado un símbolo enemigo, lo quisieron bombardear aviadores navales que se alzaron contra la democracia. Sin embargo, su estructura de acero repelió la metralla y los explosivos.

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Luego lo abandonaron, quisieron desarmarlo y no pudieron, entonces lo privatizaron y lo estatizaron. Hoy en día, sigue intacto con sus 85 metros de altura, unos 25 pisos.

Cuenta con 57 metros de diámetro, 2256 paños de chapa gruesa de 7 metros por 80 centímetros, 24 vigas verticales y más de 300 escalones.

Los secretos ocultos

Inaugurado en 1949 es el único gasómetro argentino de grueso calibre que sigue en pie y el más grande de América.

En el AMBA hubo al menos 12 gasómetros que fueron desmantelados en la década del 70: En Floresta había uno, otro sobre la avenida La Plata donde tras su desarme se construyó el estadio del club San Lorenzo de Almagro, conocido como «El gasómetro».

Si bien ya no cumple con su función original, en su momento almacenaba el gas que venía de la usina de Corrales, la cual producía ese combustible quemando carbón de coque, una tecnología británica que permitió iluminar los barrios.

Durante el derrocamiento de Perón y los bombardeos a Plaza de Mayo en junio de 1955, se lo consideró un objetivo militar.

Los alzados al mando del marino Isaac Rojas embistieron su estructura con la metralla emanada de los Gloster Meteor de la aviación naval; incluso una bomba cayó cerca, destruyendo una vivienda de Villa Maipú.

Algunos aseguran que iba directo al gasómetro para provocar una explosión extraordinaria, pero la bomba rebotó, sin estallar.

Fue después del atentado cuando el gasómetro de MAN dejó de funcionar, pero nunca fue demolido y los secretos ocultos siguen estando en su interior.

Los gasómetros de la MAN

Dedicada principalmente a la producción de motores y camiones, la empresa alemana había patentado la nueva tecnología de gasómetro seco en 1924.

El sistema consistía en un cilindro con un pistón interior que subía o bajaba de acuerdo a la presión de gas que se necesitaba para abastecer a la red de luminarias.

Esta tecnología era utilizada en los gasómetros de otras partes del mundo, como el construido en 1932 en el barrio catalán del Poblenou (Barcelona), en la fábrica de Sant Martí que dio origen a La Catalana, la empresa gasífera española.

En 1929, en la ciudad de Oberhausen, Alemania, MAN inauguró un gasómetro de 118 metros de altura, el más popular y el más grande del mundo. También se lo consideró un objetivo militar y fue duramente bombardeado por los aliados sobre el final de la Segunda Guerra Mundial.

En la posguerra, fue reparado pero en 1946 se incendió. Los alemanes lo volvieron a reparar y funcionó hasta 1988.

Cuando se decidió cambiar de tecnología, el gasómetro de Oberhausen iba a ser desguazado, pero en 1992 el gobierno decidió comprarlo y ahorrarse el problema del desguace. Hoy sigue siendo un orgullo de la tecnología alemana del siglo XX y es un centro cultural.

Entre los secretos ocultos que guarda la estructura argentina es haber sido testigo de supuestos fenómenos paranormales y rumores de suicidios de empleados estatales de Gas Natural durante las privatizaciones de los años 90.

Además, desde sus techos podían adivinarse las edificaciones del Batallón de Artillería Logística 10 del Ejército Argentino en Villa Martelli, donde hasta 1979 funcionó un Centro Clandestino de Detención (CCD) durante la última dictadura militar.

El 23 de septiembre de 1983, a menos de 200 metros del gasómetro, sucedió el primer y único accidente nuclear de Sudamérica: la «excursión de potencia» del reactor nuclear RA-2 del Centro Atómico Constituyentes. Pero el gasómetro ni se inmutó.

Años más tarde, «el tanque» de gas también fue testigo de la sublevación militar carapintada al mando del coronel Mohamed Seineldín de diciembre de 1988.

Los insurrectos se habían amotinado en el mismo Batallón de Artillería Logística 10 de Villa Martelli y desde lo alto del gasómetro se podría ser testigo de la batalla entre disidentes y leales comandados por el teniente general José Caridi.

Los secretos ocultos

Al compás del canto de los vecinos –«Caridi, seguro, al turco dale duro»– retumbaban las gruesas chapas del edificio y los francotiradores, desde arriba del gasómetro, aguardaban la orden para abatir al enemigo.

En 2009, el gasómetro fue declarado «Bien Histórico Nacional» por ser el único en su tipo «que no fue desguazado en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y del conurbano bonaerense».

Como su par de Oberhausen en Alemania, el de la General Paz podría reconvertirse. Por ahora, todo sigue igual.

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