
Apareció Virginie Despentes con Vernon Subutex. Virginie Despentes nació el 13 de junio de 1969 en Francia, Nancy, que en la actualidad reside entre París y Barcelona. Y es la diva «destroy punk» de las letras francesas.
Cuando apareció Virginie Despentes con Vernon Subutex, la ex vendedora de discos, ocasional trabajadora en un peep-show y de joven prostituta, autora de la película censurada Fóllame (1998) y de las novelas Perras Sabias (1998), Lo Bueno de Verdad (2001) y Teoría King Kong (2007), volvió sorprender con sus dos tomos.
Como en todos sus textos, las protagonistas ocupan posiciones tradicionalmente reservadas a los hombres: sangre, sexo y rock & roll.
Aunque al principio fue rechazada por varias casas de libros, Fóllame fue finalmente publicada por Editiones Forent- Massot, una editorial nueva que no dudó en lanzarse a publicar literatura «trash» apostando más que al valor estético al escándalo.
Así fue que vio la luz la primera novela de Virginie, que en ese momento decidió adoptar como apellido artístico la referencia a los Pentes de la Croix-Rousse, el barrio de Lyon en el que vivió antes de llegar a París y poder publicar su novela.
Despentes finalmente se hizo conocida en toda europa como parte de una generación altamente transgresora al punto que vendió en Francia más de 50 mil ejemplares del libro de 2006, «Teoría de King Kong»,que arrancaba en una primera primera genial:
«Escribo desde las feas, para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal cogidas, las incogibles, las histéricas, las chifladas, todas las excluidas de la gran feria de las que están buenas. Y empiezo por ahí para que las cosas sean claras: no me disculpo de nada, no me vengo a quejar. No cambiaría mi lugar por ningún otro, porque ser Virginie Despentes me parece que es un negocio mucho más interesante de llevar que cualquier otro».
Virginie Despentes junto a Cralie Trinh Thi dirigió la película Baise-moi basada en la novela Fóllame que editó Mondadori en 1998.
Le siguieron:
Perras Sabias – Anagrama (1998)
Lo Bueno de Verdad – Anagrama (2001)
Teoría de King Kong – Melusina (2007)
Bye Bye Bondie – Pol-len (2013)
En Y la último: Vernon Subutex I y II – Random House (2016)
Y apareció Virginie Despentes con Vernon Subutex donde se puede leer: «En las ventanas del edificio de enfrente ya se han encendido las luces. Las siluetas de las mujeres de la limpieza se mueven en el gran open space de lo que debe de ser una agencia de comunicación. Ellas empiezan a las seis. Vernon suele despertarse un poco antes de que ellas lleguen. Le apetece un café cargado y un cigarro de filtro amarillo, le gustaría prepararse una tostada y desayunar recorriendo los titulares del Parisien en el ordenador».
Para leer a Despentes hay que conocer la cultura under, border, freak, y estar preparado para el shock. En su literatura, en su cine, se tira de cabeza sobre la pornografía, la violación o la identidad sexual.
Provoca, claro, pero con lo real. Si uno cree en el progreso, Despentes viene a decir «¿en dónde?» y te exhibe la tienda de los horrores humanos.
Vernon Subutex se trata del miedo, del miedo de la clase media, del miedo de la clase media de Francia a ser pobre.
Aunque no sólo en Francia, en Europa, en Occidente, conseguir trabajo a los 50 años es improbable. Entonces, frente al miedo, frente a la nada, emerge la precariedad y la subsistencia. Francia, Europa, Occidente dentro del liberalismo salvaje. De eso se trata Despentes que se hacen cuerpo con ideas de extrema derecha.
Incluso, esa extrema derecha, para Despentes es un movimiento que de manera irónica se presenta como «rebelde» y también cuenta cómo envejece la gente que había jurado, de joven, ser radical y rechazar lo establecido.
«Hace semanas que no compra café. Los cigarros que se lía por la mañana desmenuzando las colillas del día anterior son tan finos que es como aspirar papel. En los armarios no hay nada de comer. Pero sigue teniendo internet. Lo cobran justo el día en que recibe la ayuda para el alquiler. Desde hace unos meses se la abonan directamente al propietario, pero hasta ahora ha colado. Ojalá dure».
En Vernon Subutex, Alex Bleach muere. Se trata de un rockstar. Y su muerte deja una tragedia alrededor. Sobre su familiares lejanos, sus amigos cercanos, sus protegidos, sus fans y, sobre todo, para Vernon Subutex.
El rockstar era muchas cosas, entre otras el que paga el alquiler. Mientras que Vernon estuvo frente una disquería en París durante 25 años. Todo iba bien hasta que Napster le obligó a cerrar el negocio y consecuencias: perder el lugar, el destino, los clientes los amigos.
Un truco de naipes verticales. Cae la disquería, cae el rockstar, cae Vernon y finalmente cada Napster, la plataforma que ya sabemos cómo termino.
Vernon Subutex ingresa lentamente en crisis. Sigue sus principios hasta que se presenta la realidad. La vida se transforma en un carrusel desgraciado.
No dinero, no techo, no trabajo, no familia. Acá esta el trash punk de Despets.
Frente a la crisis, una reacción. Con una grabaciones que el propio Bleach filmó y dejó en su casa a modo de testamento piensa salir adelante.
Y entra el Henry Miller de Trópico de Cáncer, de Primavera Negra, Trópico de Capricornio. En la crisis, Vernon quema las amistades que le quedan para no tener que pasar la noche en la calle.
Noche por noche, casa por casa, los ojos de Vernon nos muestra el tienda del horror de Occidente, Europa, Francia. Es genial. La Furia y la Mugre se cruzan una vez más sin importarla de Inglaterra, sin la sonrisa de demencial de Johnny RotteN, sin la mueca de Sid Vicius aunque caminando sobre la misma ruta.
Esta es la primera parte de una trilogía sobre la vida en el Siglo XXI.
Precariedad, desigualdad, escapismo, desesperación, egoísmo y conservadurismo. Un cóctel de realidad en el que es mejor reemplazar el mundo en que vivimos por información por Kim Jong y su loco sueño de una Norcorea nuclear.
Un párrafo exquisito:
«Le han cortado el móvil y ya no se rompe la cabeza comprando tarjetas prepago. Ante el desastre, Vernon mantiene una línea de conducta: finge no enterarse de nada. Vio las cosas desmoronándose a cámara lenta, y luego el hundimiento se aceleró. Pero Vernon no ha cedido ni a la indiferencia, ni a la elegancia».
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