Un pueblo de campo
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En la provincia de Buenos Aires hay un pueblo de campo con una historia muy particular. Ubicado a unos 160 km de la Ciudad de Buenos Aires, este lugar está casi deshabitado.

Un pueblo de campo con historia de reyes y 150 habitantes que se convierte en una escapada ideal de fin de semana largo. Se trata de Eernestina, un pueblo ubicado a poco 2 horas y 20 del oeste.

El pueblo está ubicado a orillas de la Laguna Salada, y tiene e solo 150 habitantes, la mayoría adultos mayores. Uno de sus principales atractivos es la vieja estación de tren.

Un pueblo de campo

Este lugar da cuenta de la vida que llevaron los antiguos pobladores en los inicios del lugar en 1896 cuando llegó el primer tren a la estación.

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Incluso su nombre tiene una historia especiela: Fue llamado así en honor a Ernestina Gándara Casares de Keen, esposa del fundador, Enrique Keen.

En 1925 el pueblo tuvo su momento de gloria con la llegada del príncipe de Gales Eduardo VIII, quien durante un trayecto en tren paró en la estación de Ernestina. Muchos aseguran que paseó por las cuatro cuadras que forman el pueblo, otros sostienen que el hombre en realidad nunca descendió del vagón.

Un pueblo de campo

El centro de este pueblo son dos cuadras que se lucen con un cantero central, una vistosa fuente y una sucesión de altas palmeras Phoenix Canariensis, que llegaron desde las islas Canarias a fines del siglo XIX, cuando también se plantaron en la Plaza de Mayo.

En el ingreso también hay un histórico edificio con el arcada de ingreso a lo enormes patios del antiguo colegio Enrique Keen y de la hermosa iglesia neogótica, inaugurada en 1912 y el Teatro Argentino.

El mismo fue inaugurado en 1938 con 200 butacas, fosa para la orquesta, escalera para el apuntador y una acústica digna de un gran teatro lírico.

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