Netflix estrenó empalagosa serie: «Dulces Magnolias». Buscando un público similar al de Sex and The City, el gigante rojo puso en el catálogo los 10 capítulos de la primera temporada. Amistad, confesiones entre mujeres, una vida adulta edulcorada en un pequeño pueblito de Estados Unidos y situaciones inocentes son el cóctel que presenta esta historia.
Netflix estrenó empalagosa serie: «Dulces Magnolias». Si se está buscando acción, suspenso y emociones, esta historia debe ser evitada de punta a punta. El caso es que «Sweet Magnolias», como lo indica su nombre en inglés, es la historia de tres amigas en Serenity, un pueblo ficticio en Estados Unidos que viven su vida confortable allí.
Maddie, Helen y Dana Sue son las protagonistas. Una se encuentra desempleada, otra es una abogada exitosa y la tercera una cocinera a cargo de un restaurante local. Maddie, recién separada, descubrió que su marido tenía una amante y quedó embarazada. Las otras dos son solteras y con hijos. Deciden poner un spa entre las tres. En términos generales no hay mucho más para contar.
Los motivos por los que esta historia es un éxito de la plataforma son un misterio. Lo que se ofrecen son un sinfin de situaciones «seguras» donde no hay violencia, no hay sexo, nada es oscuro, ni corrupto. Todo es políticamente correcto y puro. Se puede ver con la familia, novia, abuela, tíos, etc.
Hay pocos matices en los personajes, exceso de inocencia y muchos diálogos. También la religión católica es un tema recurrente en el relato. Esto no es lo negativo. Pero por los demás elementos mencionados parece una serie hecha por Adrián Suar donde todos están continuamente debatiendo sus sentimientos, lo que les pasa y su vida cotidiana.
Una cocina y toma un nuevo empleado, otra decide ponerse al frente de un proyecto de debate de abogados en el colegio secundario. La protagonista atraviesa los síntomas que produce cualquier divorcio. De verdad nada nuevo o que no hayamos visto mil veces sin una pizca de originalidad.
Dulces Magnolias: sabor a nada
Lo único saliente y sin ser trascendente es que actúa la hermana de Britney Spears. El resto del elenco es desconocido para el gran público, lo cual tampoco es en sí una falla.
Se entiende que es una historia «para ellas» (pido disculpas si la línea transmite algún machismo, no es la intención) y tampoco se espera la aparición de Rambo disparando una ametralladora. Pero «maratonear» la serie es una experiencia tediosa, simplemente por que «no para de no pasar absolutamente nada» que no sean dramas menores. Los 45 o 50 minutos de duración se demandan mucho esfuerzo y paciencia.
Tampoco queda claro el sentido que tiene que Netflix produzca o suba a su catálogo una serie así teniendo en cuenta las enormes apuestas a nivel estético, político y audaz que ha sabido traer con House of Cards, Orange is the new black o Altered Carbon.
La sensación que hay es que el sistema está bajando su nivel y hace mucho que no mete un éxito en términos de repercusión. Quizás sea Dark, que llega el 27 de junio, el que de algún modo vuelva a levantar la apuesta. Pero no se puede vivir de las glorias pasadas.
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