Increíble: De Castelar al Aconcagua
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Increíble: De Castelar al Aconcagua en Moto. El motero es abogado y tenista (categoría Maxi). Se subió a la moto el fin de semana largo y trepó hasta el Aconcagua.

Increíble: De Castelar al Aconcagua en Moto. Jorge se fue al «Quinto Encuentro Internacional Cristo Redentor» que convocó a moterxs, desde Chaco pasando por Salta a la Patagonia. También de Brasil, Chile, Uruguay y Colombia.

No se trata de una competencia, sino de un encuentro donde no hay discriminación de marca, cilindrada, raza, religión, ni sexo. Tampoco se establecen récords. Sólo se llega.

Junto a Jorge se sumaron 3.800 motoqueros que se abrazaron a medida que fueron llegando a la montaña.

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El Aconcagua esta ubicada en Mendoza. Integra la Cordillera Principal. Y tiene una altitud de 6.960,8 metros sobre el nivel del mar. Es el pico más más alto de la Tierra después del sistema de los Himalayas (Asia) y, por tanto, la cima más elevada en América.

Jorge es un loco. Pero ama viajar en moto. Se subió en Castelar, atravesó el país y llegó a la cima.

«Un error y barranca abajo. Caíamos como moscas», le cuenta Jorge entre risas a este medio. Pero de inmediato agrega: «Al precipicio no cayó nadie. Pero se caían al piso en las curvas. Es una subida con con arena y ripio a 4.000 metros de altura. Y mientras recorres el camino, bordeas el precipicio».

«Se te llena el traste de preguntas. La mota se encaja en la arena o rebotada en las piedras. Y mientras todo eso pasa, al solo vez cientos de metros de profundidad, pero al que le gusta, lo hace y lo disfruta, obvio».

Cuando llegaron a la cima del Aconcagua los moteros se abrazaban, reían, lloraban. Fueron doce curvas altísimas. Y los argentinos se abrazaron a los chilenos.

«Las motos a carburador morían en el intento de subir. Las de inyección no. Porque a tantos metros de altura, falta aire y el combustible no llega», relata Jorge.

El abogado tenista motero también le gustan los aviones, pero esta vez fue en moto.

«Aunque parezca mentira, me siento más seguro. Y claro que la experiencia no tiene nada que ver. Esto es un desafío turístico», lo explica.

La primera mujer en llegar a la cumbre, se llama Cecilia Nadalet y es de Godoy Cruz. Lo hizo en una chopera.

Y también llegó Nicole, una motera de 12 años que llegó son sus padres desde Chile.

A Nicole la cantaron el «Feliz Cumpleaños» el sábado a la noche en el restaurante «El Rancho», de Uspallata, donde buena parte de los participantes cenaron y los organizadores entregaron reconocimientos, regalos, sorteos y menciones.

Increíble: De Castelar al Aconcagua

Increíble: De Castelar al Aconcagua

Entre los organizadores esta Daniel «Duende» Díaz, del grupo Falconeros Mendocinos, viene de salvar la vida con su esposa Anita de casualidad, luego de dos «palos» tremendos en años consecutivos.

Díaz subió medicado, porque en el último accidente se cortó los tendones de un hombro.

La organización fue impecable.

Daniel «Duende» Díaz y su esposa, Anita, junto a Jorge Corrales, Jorge Carbonari, Lucas Colucci, Juan Molina, Oscar Gómez, Rodolfo Zanni, Carmen Magdalena y Leylén Colucci, se ocuparon de todo.

De la seguridad en ruta, de los eventos, de la cena, de los alojamientos, de las remeras, de la fila del combustible, de las menciones, los regalos, el sorteo, de la asistencia a los motoviajeros, de los mecánicos, las ambulancias, de brindar información precisa todo el tiempo.

Uspallata se vio desbordada por los 3.800 moteros, pero la alegría suplantó cualquier carencia.

Llegaron a lo más alto de América, admiraron el Aconcagua, transitaron el Camino del Inca.

La trepada fue muy difícil para la mayoría. Muy pocas motos iban equipadas con ruedas con tacos. Pero todos lograron subir, aún con motos de calle, de baja potencia, «choperas», customs enormes y pesadas, o las grandes trails japonesas y alemanas.

Las motos se apunaban o se enterraban en la arena, pero siempre hubo una mano para ayudar.

Arriba del Cristo, hubo una ceremonia breve, muchos abrazos, chocolate caliente, sopa y alfajores. Y la satisfacción plena de mirar el sol con los brazos abiertos desde uno de los lugares más altos de América, junto a desconocidos en una hermandad.

Todos los años se repite una experiencia similar, así que si tenés moto y usas casco, es hora de empezar a ahorrar.

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