La Democracia y los Derechos Humanos son principios indivisibles como derechos de los pueblos. La Organización de la Naciones Unidasdurante la Conferencia Mundial realizada en Viena en 1993, fue vanguardia en comprender desde su integridad los derechos de los pueblos a: la autodeterminación, el desarrollo, la soberanía, el derecho al ambiente y a los recursos y bienes naturales.
Lo que puedo decir sobre los Derechos Humanos. En Argentina se vivieron graves violaciones a los Derechos Humanos que dejaron profundas marcas en las comunidades indígenas, que sufrieron el paso de la conquista española, sometidas a la esclavitud y represión, a la fragmentación y la muerte.
(por Andrés Llinares).-
Pasadas las luchas por la independencia y la abolición de la esclavitud en en la Asamblea del Año XIII (1813), de todos modos se continuaron cometiendo atrocidades como la llamada Campaña al Desierto, el primer genocidio argentino que eliminó las tribus nómades y sedentarias argentinas y los sobrevivientes fueron tomados esclavos y vendidos entre las familias ricas de las provincias separando marido y mujer e hijos.
Posterior a la Organización criminal denominada Triple A y su política represiva encubierta durante el gobierno de Isabel Perón y el accionar de organizaciones guerrillas en el país, Argentina derivó en una dictadura genocida cívico – militar que se impuso utilizando métodos aberrantes como la Doctrina de Seguridad Nacional.
Ahora bien, acotar los Derechos Humanos a la época de la dictadura cívico militar y los horrores que vivimos en el país es reducir la memoria de nuestro pueblo y burlar el derecho a la justicia y la verdad.
Este derecho no puede estar sometido a la manipulación política. Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, con todas sus contradicciones, se logró el juicio a las tres primeras juntas de los comandantes de la dictadura. Luego se produjo un fuerte retroceso del gobierno bajo presión militar y falta de decisión al imponer las leyes de impunidad: Punto Final y Obediencia Debida.
Ante el cambio de gobierno, los indultos a los genocidas del gobierno del Presidente Carlos Menem profundizaron la impunidad jurídica. Néstor Kirchner, durante su gobierno, asumió los reclamos de los organismos de Derechos Humanos y de la sociedad en general. El Parlamento anuló las leyes de impunidad, lo que permitió llegar a los juicios a los represores y superar la impunidad.La Argentina ha marcado caminos. La Justicia Federal juzga a los responsables de crímenes de lesa humanidad logrando un avance significativo en el fortalecimiento de la justicia y la democracia y sentando precedentes jurídicos ejemplares en el país y en el mundo.
Pese a estás políticas, la situación de los Derechos Humanos en la Argentina actual tiene luces, sombras y matices, no sólo en la política nacional, sino en las decisiones de los de los gobiernos provinciales. La reforma constitucional del año 1994 establece que la Argentina es un país federal, pero la práctica los gobernadores son más feudales que federales y se demuestra en graves violaciones a los Derechos Humanos. Por caso, la discriminación y persecución a los pueblos originarios pacíficos es un ejemplo de esto. El problema de los territorios y derechos indígenas violados sistemáticamente, víctimas de los gobiernos provinciales, de una justicia sometida al poder político, son casos concretos que hemos vivido en Formosa, por caso, con el trato que se le dio a la Comunidad Qom La Primavera sometida a la represión, muerte y cárcel por parte del gobierno formoseño.
Aunque la Constitución Nacional los protege en el Artículo 75 y también la Declaración Universal de los Pueblos Originarios proclamados por las Naciones Unidas, de todos modos son marginados y sufren.
Las continuas violaciones de los Derechos Humanos en el sistema penitenciariob son un punto aparte. Las cárceles son depósitos humanos que degradan la dignidad de la persona. El hacinamiento, las malas condiciones de encierro, la superpoblación y deterioro edilicio, la aplicación de torturas y tratos crueles se revelan como lo natural. Y la derecha argentina nos quiere hacer pensar que es justo y necesario que los presos vivan de esa manera sin darse cuenta que al salir de prisión la furia, el odio y la bronca que muestran hacia el sistema burgués es aún peor a la que tenían cuando entraron.
Por otro lado, la situación de las mujeres y sus niños en las prisiones requieren de políticas públicas para resolver esos problemas que también se viven los institutos penitenciaros de todo el país.
En las comisarías se continúa ejerciendo la violencia, situación que desde la Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires se denuncia constantemente y se proponen soluciones como la creación de la Policía Judicial que dependa de la Suprema Corte de Justicia.
La infancia hoy atraviesa su peor momento. Los niños en riesgo social, en situación de calle superan viejas estadísticas. Desde esferas oficiales y medios de comunicación se busca bajar la edad de imputabilidad para penalizarlos y llevarlos al encierro en institutos que agrava su situación de vida como la agrava en los mayores.
Si bien hay programas de atención a la infancia, son insuficientes. Faltan políticas públicas para prevenir las adicciones, controlar la prostitución y la trata de personas.
Aclaremos que no son políticas de Estado las que generan la violencia institucional. Son remanentes y prácticas de las fuerzas de seguridad desde la dictadura, que no han sido erradicadas. Lo que urge es la reforma de los planes de estudio y ejercicio aplicado de estas fuerzas.
En las últimas décadas han salido a la luz los derechos ambientales, frente al deterioro de los recursos y bienes naturales, situación que afecta a gran parte de la población en nuestro país y a escala planetaria. El monocultivo y destrucción de la biodiversidad, los desmontes y daños ambientales irreparables son provocados en gran medida por quienes privilegian el capital financiero sobre la vida de los pueblos.
A esta situación se suma la falta de control del gobierno nacional y los provinciales, sobre los daños provocados por agrotóxicos utilizados en gran parte en los cultivos, habiéndose comprobado daños a la salud de los pobladores y malformaciones en recién nacidos. Esta situación no la desconocen las autoridades y, sin embargo, la toleran con total impunidad.
La gran minería está dañando la vida de la población. La extracción de minerales como el oro, la plata, cobre, próximamente el litio, utilizando el cianuro y el mercurio que penetran en las napas de agua afecta directamente a la población humana, animales y vegetales.
El saqueo es inmenso, se llevan el 97% de los recursos con una simple declaración jurada, sin control y dejando destrucción y muerte.
Minerales de los cuales no se habla y que son prácticamente desconocidos por la gran mayoría de la población también debemos tomarlos en cuenta. Las llamadas «tierras raras» utilizadas en la gran industria y tienen un alto valor estratégico en el actual y futuro desarrollo de la humanidad.
Hoy los países que encabezan la explotación y demanda de las «tierras raras» son China y los EE UU. Debemos estar atentos. La desertificación del país avanza ante la indiferencia y complicidad de los gobiernos. La ONU ha alertado a la responsabilidad y conciencia de la humanidad, poniendo su acento en los bienes y recursos naturales, como el agua y la biodiversidad, cada vez más escasos y el reclamo por la soberanía alimentaria.
El informe de la FAO es aterrador: por día mueren en el mundo más de 35 mil niños de hambre. En nuestro país la mortalidad infantil alcanza a cerca de 25 niños por día. La Argentina aún está a tiempo de revertir la situación y asumir el desafío de recuperar la soberanía perdida. Se necesita decisión, coraje político y la acción de todos los sectores sociales, políticos y económicos, así como el apoyo de las iglesias y organizaciones sociales, para hacer frente a la devastación de los bienes del pueblo y recuperar el territorio y los recursos estratégicos para la vida y desarrollo del país. En esto consiste hoy la lucha integral por los Derechos Humanos.