
La maldición del Italpark. Nuestro país no tiene suerte con los parques de diversiones, la mayoría de las veces que un parque de diversiones abrió, alguna tragedia hizo que cierre. Un repaso por esos parques de diversiones y en el mas trágico de todos, el Italpark.
La maldición del Italpark. La historia de los parques de diversiones argentinos surge a comienzos del siglo XX, el viernes 3 de febrero de 1911, cuando se inauguró el Parque Japonés. Era único en Sudamérica por su arquitectura. Tenía lagos, volcanes, lagos, montañas y hasta un circo romano recreado de manera impecable. Era el lugar ideal para visitar en familia.
El diario La Nación publicó una nota de cinco columnas con dos fotografías con los epígrafes «Circo Romano» y «Estación del Ferrocarril Panorámico» en donde relataba: «En el Parque Japonés se realizó anoche la fiesta con que obsequiaba a los miembros de la prensa y el directorio de las exposiciones internacionales, con motivo de la próxima inauguración. Orientado en la dirección del Paseo de Julio, con ubicación dentro de las seis hectáreas de terreno comprendidas entre la línea del Ferrocarril Central Argentino, Callao y Recoleta, aquel tiene tres entradas: una principal frente a la calle Ayacucho, la de carruajes y automóviles con acceso al restaurant del Club Japonés, correspondiendo la otra a Callao, inmediata a la falda sur del volcán Fuji-Yama».

Su autor había sido el arquitecto Alfredo Zücker (1852-1913), nacido en Suiza, el mismo que diseño el Plaza Hotel para la Empresa Villalonga en Balcarce y Moreno.
En 1911, el Parque Japonés en Libertador y Callao y se ambientó al estilo oriental. Fue considerado a nivel mundial una obra maravillosa.

Sin embargo el 26 de diciembre de 1930, un increíble incendio originado en la Montaña Rusa hizo que el Parque Japonés cierre sus puertas para siempre ya que arrasó con gran parte. Se cree que el detonante del incendio fue una chispa proveniente de una locomotora del Ferrocarril Central Argentino cuya vías bordeaban el lugar pero jamás se pudo comprobar.
Pero el cierre fue inmediato ya que aunque no registró víctimas, funcionaba con un permiso precario desde 1925.
Nuevo años después, o sea, en 1939, se construye en los terrenos donde hoy está el Hotel Sheraton en el Barrio de Retiro el Nuevo Parque Japonés. Fue en el área comprendida entre Leandro Alem, San Martín, Eduardo Madero y la prolongación imaginaria Marcelo T . de Alvear gracias a dos empresarios argentinos, Gustavo Meyers y Gaspar Zaraqueta, que vieron la oportunidad de explotar un parque de variedades ya que la competencia era mínima. Sólo existía en el otro extremo de la ciudad del Parque Genovés.
Pero en 1945 cambia su nombre por el de Parque Retiro, debido a la declaración de guerra a Japón por parte de Argentina.
Era una típica feria de atracciones que mezclaba juegos de tiro al blanco con atracciones mecánicas, tenía además un circo con diversos espectáculos entre los cuales se encontraba la exhibición de ciertos fenómenos humanos como enanos, mujeres barbudas y faquires. A finales de la década del ’50 se produjo una declinación económica que llevó a que el parque fuera cerrado y demolido finalmente en el año 1961.
Paralelamente estaba activo el Parque Genovés en las inmediaciones del Balneario Municipal Costanera Sur. Pero a pesar de la existencia del Parque Japonés devenido en Parque Retiro y el Parque Genovés, en el otro extremo de la ciudad, hasta la creación del Italpark los parques de diversiones no serán famosos.

La maldición del Italpark: El detrás de la tragedia de este y otros parquesEl Italparak abrió en 1960 cuando dejó de funcionar el Parque Retiro. Y no fue casual que abriera en el mismo predio donde funcionó el primera Parque Japonés de 1911.

¿Por qué? Porque luego del incendio y su mudanza, algunas ferias itinerantes de variedades se colocaban en ese predio y ya tenía su público. Pero como un rayo mató a un visitante y el lugar volvió a incendiarse por segunda vez quedó maldito para el imaginario popular. Y a pesar de la maldición, una familia de inmigrantes italianos, «los hermanos Zanon» decidieron abrir el Italpark en el mismo lugar ya que el costo de las tierras era barato.
Los Zanon ya habían tenido éxito en Montevideo, Uruguay, construyendo el Parque Rodo, y se animaron a repetir la experiencia en Buenos aires.
Importaron de Italia 35 juegos electromecánicos para instalar en el predio de seis hectáreas de Libertador y Callao y fundar el Italpark.

Con el correr de los años, el Italpark de aproximadamente 45.000 metros cuadrados se convirtió en el parque de atracciones mecánicas más importante de América del Sur hasta los años ’80, visitado por 15mil personas por fin de semana.
El lugar consistía en varias hectáreas repletas de atracciones muy modernas para ese momento. Tenía los autódromos Autos Sprint, Súper Monza, Super Indianápolis, Super 8 al Volante, las Tazas, Telecombate, Teleférico, Twister, el Paseo por Venecia, los Autochocadores, el Baby-Karting, Dumbo, la Calesita Interplanetaria, la Calesita Cósmica, la Calesita Lunar y la Calesita Acuática, un cine con pantalla de 180°, la segunda montaña rusa Corskcrew, El Pulpo, el Far West, Galaxy Base, la Gruta de los Fantasmas, los Helicópteros, el Laberinto de Cristal, el Matter Horn, el Mini Scooter, el Paratower, Piovra, Piraguas, Rodeo, Show Boat, el Samba, el Boom-Ball, el Tren Fantasma y dos Montañas Rusas.




En la primavera de 1979 importan desde Holanda la montaña rusa llamada Corkscrew, de la empresa holandesa Vekoma, y al instalarla se convirtió en la más alta de Sudamérica con dos tirabuzones o rulos. Fue fue inaugurada en el invierno de 1980.


Y en 1982 fue traído desde Italia el juego de alta velocidad Matter Horn, que terminaría con el Parque de Diversiones.

Mientras el Italpark se fortalecía, el Jefe de la Ciudad de Buenos Aires de la última dictadura militar, el Brigadier Osvaldo Cacciatore, propuso construir Interama (luego Parque de la Ciudad), en una zona abandonada llena de baldíos: Villa Soldati.
No hubo explicación alguna sobre la necesidad de su construcción excepto que la Ciudad de Buenos Aires no podía tener un solo Parque de Diversiones sino que tenía que someterse a la competencia que proponía el Ministro de Economía Alfredo Martínez de Hoz.
Lo construyó Richard Battaglia, un hombre que había ayudado a levantar varios parques ubicados en el mismísimo Disney Word, y al innecesario parque de Osvaldo Cacciatore, se lo llamó Interama, dividido en varios sectores con juegos de todos los tipos y tamaños.
Y efectivamente Interama se inauguró el 21 de septiembre de 1982, meses después de que Argentina perdiera la Guerra de Malvinas.
Entre sus atractivos, tenía la llamada «Torre Espacial», una confitería en altura que debía girar. La confitería, que aún existe aunque está sin uso, se habilitaba al público los días sábados, domingos y feriados aunque jamás giró.

Esa confitería giratoria estaba en la llamada «Torre Espacial», que decían que era el punto más alto de la Ciudad. En un principio iba a ser un restaurante, pero nunca se concretó.

Las publicidades de esa época hacían mención a que esas atracciones eran las más grandes de Sudamérica: «Parque Interama. La vuelta al mundo de las sensaciones. Muchísimos juegos nuevos, toda la diversión para toda la familia. Interama el parque de diversiones mas grande de América Latina. Venga a conocer, guíese por la torre de Interama, el punto mas alto de Buenos Aires. Interama es la gran aventura».
Se dice que en su mejor época Interama llegó a recibir unas 35 mil personas, pero también se rumorea que a pesar de la increíble publicidad que este parque tuvo, jamás logró captar la atención del público por que era difícil de llegar.
En 1983, cuando vuelve la democracia al país, se hicieron varias investigaciones en torno al parque y se descubrieron un sinfín de irregularidades y movimiento turbios por parte de las autoridades militares y por la firma propietaria del parque.
Julio César Saguier, Intendente de la Ciudad de Buenos Aires, rescindió la concesión ya que según la empresa privada Interama no había cumplido varias cláusulas.

En diciembre de 1983 el Parque de Diversiones quedó en manos de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y fue rebautizado con el nombre de Parque de la Ciudad con lo poco que quedaba a un año de su inauguración fallida.

Osvaldo Cacciatore, aprovechó la ola liberal llevada adelante por el Presidente de la Nación Carlos Menem y se introdujo en la UCEDE de Alvaro Alsogaray para postularse como candidato a Diputado Nacional por la Capital Federal en 1993. Sin embargo no alcanzó su objetivo y terminó despareciendo definitivamente de la escena pública.

A todos esto, el Italpark seguía operativo y bancándose la competencia del estado. Todo todo era diversión, juegos y alegría hasta 1989 cuando comenzaron los accidentes.
Pero ese año de 1989, un incendio destruyó el Laberinto del Terror y ya jamás se reconstruyó. No pasó a mayores. El incendio no dejó víctimas. Y ese mismo año, se quemó la pista Super Monza y el Tren Fantasma.


Pero la tragedia sobrevendría al año siguiente. La tarde del 29 de julio de 1990, un grupo de amigos decidió ir al Italpark a pasar el día y disfrutar de sus vacaciones de invierno. Todos iban al tercer año de secundaria de la escuela San Vicente de Paul, en promedio, ninguno superaba los 17 años.
Tomaron el colectivo 33 hasta Parque Lezama y ahí tomaron el 130 hasta Libertador y Callao. Cuando llegaron al parque, estaba repleto. Decidieron ir primero al Tren Fantasma y después al Samba. Como al mediodía había pase libre en todos los juegos y podían subir todas las veces que quieran, el grupo se dividió: una parte fue a averiguar qué podían comer en los puestos del parque y la otra parte del grupo subió a un juego llamado MatterHorn.

El juego consistía en una pista redonda con carros donde van dos personas en cada uno. Esos carros se balanceaban de lado a lado mientras todo el sistema giraba a altísimas velocidades. El juego era único en el país, los hermanos Zanon lo habían importado de Italia y era una novedad del Italpark.
Cuando esa parte del grupo bajó del juego decidieron invitar a sus otros amigos a probarlo. Todos aceptaron sin saber que ese jugo no recibía estudios técnicos desde hacía siete años.

Uno de los chicos llamado Javier Mujica Ríos subió con su amiga Karina Benítez, pero ante el pedido de Roxana Celia Alaimo , otra amiga, decidió darle su lugar así las dos amigas fueron juntas en el MatterHorn y él se movió a otro carro con un desconocido.

El juego comenzó lento, como siempre, para ir tomando velocidad en cada vuelta, pero esta vez Javier Mujica Ríos sentía algo diferente a la vez anterior que había subido. Esta vez se escuchaba algo así como un hierro rechinando. Javier Mujica Ríos giró la cabeza, miro a la cabina del juego y se percató de que no había nadie controlándolo, solamente lo habían accionado.
Por falta de personal, el empleado que se encargaba de ese juego también se encargaba de la calesita de al lado, juego que estaba operando en ese momento.
A medida que el juego aumentaba su velocidad, se iba haciendo cada vez más y más intenso. A la quinta vuelta el ruido ya había cambiado, ya no era un simple hierro que rechinaba, ahora se escuchaba un golpe. De repente, el carro donde iban Roxana Alaimo y Karina Benítez salió disparado. Literalmente. Se desprendió el brazo y aunque la suerte señaló que no se llevó a nadie puesto en su trayectoria, brazo, carro, Roxana Celia Alaimo y Karina Benítez, impactaron contra una reja y quedaron boca abajo.
Karina Benítez pudo recuperarse y lograr salir por sí sola, pero Roxana Celia Alaimo permaneció estática aunque con signos vitales. Las jóvenes fueron trasladadas al Hospital Alemán. Pero al llegar, se confirmó que Roxana Celia Alaimo había ingresado muerta. Una traumatismo de cráneo le había ocasionado la muerte.
Los restos de Roxana Celia Alaimo fueron velados en Culpina 441, Villa Domínico, donde residía junto a su madre. Y tras la misa que se ofrendase en su memoria en la parroquia San Vicente de Paul, a la que la joven concurría con asiduidad, su cuerpo recibió sepultura el 31 de julio en el Cementerio de Avellaneda.

El parque fue clausurado preventivamente al día siguiente, pero pasados cuatro meses del accidente quien en ese entonces era intendente de la Ciudad de Buehos Aires, Carlos Grosso, decidió clausurarlo definitivamente y de esa manera el Italpark cerraba sus puertas para siempre. A partir de entonces, comenzaron a tirarse responsabilidades autoridades, empresarios y empresas de seguro buscando un culpable.
El camino a la justicia, como siempre, no iba a ser sencillo. Según los peritajes ordenados por la justicia, la mayoría de los juegos del Italpark no estaban en condiciones seguras y no habían recibido mantenimiento. El MatterHorn no había recibido recibió una revisión técnica desde hacía siete años y ese es solamente un ejemplo.

Por otro lado, la habilitación del lugar estaba vencida. La mayoría de las fallas eran de origen eléctrico. Sin embargo la municipalidad encabezada por Carlos Grosso no quedaba libre de culpa ya que no se realizaban las inspecciones correspondientes o quizás sí, con coimas de por medio.
La justicia estableció una condena solidaria que obligo a los culpables, los hermanos Zanon y a la municipalidad de Buenos Aires, a cubrir juntos los costos de la indemnización que fueron fijados en $ 370 mil por daños y perjuicios, dinero que fue cobrado por la mamá de Karina Benítez en 1996.

La indemnización tardó mas de 6 años porque no se podía dar una sentencia hasta que no se descubra de quién era la culpa y recién se descubrió cuando se supo que la Municipalidad de Buenos Aires no hacia esas inspecciones preventivas.
La única del grupo en recibir asistencia terapéutica fue Karina Benítez, quien iba en el carro con Roxana Celia Alaimo y fue pagada por los Zanon que a su vez menejaban una impresionante empresa de cerámicos con gran penetración en el mercado y asupiciente de varios medios que atenuaron las investigaciones periodísticas.

Mediáticamente este caso no tuvo tanta cobertura ya que los creadores el Italpark también tenían una empresa de cerámicos que daba mucha publicidad a algunos medios en particular. Después del cierre del parque algunos jugos fueron vendidos a otros parques y algunos otros amontonados en depósitos.
Respecto al predio en ese lugar se inauguró el Parque Thays, un amplio lugar verde para hacer actividades recreativas. Mientras, surgían teorías conspirativas. Según algunas personas, el accidente no fue accidente sino un atentado porque había personas interesadas en que el parque cerrara para construir un complejo hotelero en el lugar. De más esta decir que eso no fue así, cuando se descubrió el lamentable estado de los juegos.
Respecto al otro parque, Interama, se vino abajo rápidamente por poco mantenimiento y cerró sus puertas en octubre de 2003.
Hoy en día muchos de los juegos del Italpark están en el Argenpark, uno de los pocos parques no itinerantes que hay en el país ubicado en Luján. Curiosamente el hombre que colocó esos juegos en el nuevo lugar, cayó al vacío tras ser golpeado por un coche de la montaña rusa y murió.

La principal razón por la cual no hay nuevos parques de diversiones en nuestro país es porque instalar un parque de esas dimensiones es inviable. Construir un nuevo Italpark requeriría una inversión de unos 20 millones de dólares y ni hablar del enorme predio que se necesita.
En enero de 2020, el shopping de Recoleta cambió sus dueños y ellos aseguraron convertirlo en un Italpark del Siglo XXI.
Todo el rumor en torno a esa maldición o a la maldición del predio donde funcionaba el Italpark, indica que cuando abrió aquel primer Parque Japonés en 1911, las personas de la más alta sociedad que vivían en torno a este predio contrataron a una bruja para maldecir el lugar ya que se habían indignado con la oleada de visitas del pueblo a su prestigiosa zona. Según dicen, esa bruja les aseguró haber maldecido el lugar y que todo lo que allí se levantara no tendría vida.
Sin embargo, parece que los parques no son seguros.
En 2013, sobre el Boulevard Oroño de la ciudad de Rosario, se desprendió una cabina del juego «Vuelta al Mundo» que se había montado allí. La caída superó los 25 metros y provocó una tragedia: murieron dos chicas y hubo siete heridos.
En 2015, en la localidad cordobesa de Miramar, una nena cayó del llamado «Barco Pirata» del parque de diversiones local. El movimiento pendular del barco la aplastó luego de su caída y Martina Ema Sarmiento, que tenía nueve años, murió.
En el Argenpark de Luján, hace unos años un carrito lanzado a velocidad del juego Super 8, que supo ser atracción en el Italpark, impactó contra un técnico que acomodaba una máquina fotográfica sobre una de las curvas del circuito. El hombre, Rodolfo Herrender, de 51 años, murió en el acto tras caer desde una altura de cinco metros.
