Pirulines, Media Hora, Chuenga y Gofio: Historia de las golosinas más antiguas. Muchas de ellas tienen más de 100 años y, hoy en día, algunas pueden parecer hasta repugnantes, pero tuvieron su momento de gloria. Otras, incluso, siguen en vigencia.
Pirulines, Media Hora, Chuenga y Gofio: Historia de las golosinas más antiguas.
Caramelos Media hora
Uno de los clásicos, y polémicos, caramelos “Media hora”, que hasta el día de hoy se sigue fabricando. Muchos aun lo compra, pero otros tantos se preguntan «¿A quién le puede gustar?«
Para conocer sus comienzos debemos irnos a la década de los 50 cuando el “Media hora” es inventado por don Rufino Meana, un asturiano en su fábrica de Uribelarrea, provincia de Buenos Aires.
Nadie sabe que tiene, su fórmula es secreta, pero se sabe que tiene anetol, un compuesto aromático que da sabor a anís e hinojo.
Su nombre también es un misterio, la empresa que actualmente lo fabrica no tiene datos certeros.
Algunos rumores aseguran que su nombre se debe a su pesadez y, por lo tanto, el tiempo que se recomienda entre un caramelo y otro.
Otras versiones hablan de la media hora antes del cierre diario: La fábrica original limpiaba las máquinas y las sobras de otras golosinas formarían la materia prima del caramelo.
El tiempo que uno tarda en comerlo también podría ser el causante de su nombre, pero investigaciones aseguran que el caramelo media hora duraría 15 minutos en la boca.
Gofio
Sí, así como se lee. Ya no se fabrica, pero tuvo su momento de esplendor a comienzos del siglo pasado. Era un alimento consistente en una harina proveniente de cereales tostados y molidos.
Su aspecto era el de un polvo color amarillo ocre y se compraba en las panaderías o en algún kiosco. Se vendía en paquetes de papel celofán a solo 10 centavos y era una especie de copos de maíz, pero molidos.
Pirulines
Aún se siguen vendiendo y es habitual su venta en las playas con el famoso pirulinero: «A los pirulines, a los pirulines». Se trata de un caramelo duro y colorido, de hasta 10 a 15 cm de alto, de forma piramidal con punta muy aguda y un palito de plástico en la base que sirve para sostenerlo.
Chuenga
Y si de estrellas hablamos, la chuenga no podía faltar. Caramelos masticables caseros que se vendían en las canchas de fútbol y en el Luna Park, su nombre es una deformación de la palabra chicle en inglés que es chewing gum.
Tal fue su popularidad que se bautizó Chuenga a Jorge Eduardo Pastor, el empresario que los fabricaba, un vendedor ambulante entre 1932 y 1982 salía a los eventos con 2 o 3 bolsas llenas de caramelos.
Los ingredientes eran glucosa, azúcar y para variar los gustos se le puede agregar cacao o esencia de naranja.
Después se colocaba la masa sobre un mármol hasta que quedara dura, la estirabas con los dedos y con un cuchillo vas cortando los pedacitos.
Finalmente se extinguió al nadie poder reproducirlos.
Barquillos
Su venta estaba a cargo del barquillero y estaban fabricados con la misma masa que los cubanitos pero sin relleno y con forma de pañuelo.
Con el barquillero viajaba una ruleta que le marcaba al comprador cuántos barquillos ganaba con la suma fija que había pagado. Hoy en día se sigue ofreciendo en las playas de la costa.
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