Femicidio de Nadia Arrieta: Perpetua para el asesino. El 1 de marzo de 2018 Néstor Maximiliano Montiel ingresó al comercio de la víctima, en Villa Tesei, donde maniató y amordazó a Nadia para luego degollarla con un arma blanca. Nunca se supo si hubo abuso.
Femicidio de Nadia Arrieta: Perpetua para el asesino. Montiel era peluquero y estaba bajo libertad condicional. Finalmente, dos años después, el Tribunal de Casación Penal bonaerense lo condenó por “homicidio doblemente calificado por femicidio y alevosía”.
En marzo, ya había sido condenado a cadena perpetua por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 4 de Morón. Si este fallo queda firme, Montiel deberá permanecer en la cárcel durante 35 años.
Los agravantes del hecho fueron que Montiel estaba en libertad condicional, cumpliendo 15 de los 18 años a los que estaba condenado por tentativa de homicidio y abuso sexual contra miembros de su familia.
En el caso de Arrieta, los jueces Ricardo Maidana y Daniel Carral sostuvieron que “la víctima fue maniatada y amordazada, reduciéndose así cualquier posibilidad de defensa” y la caratula de femicidio argumentaba que Montiel “cosificó” a la víctima.
Además, “existió una relación desigual de poder, evidenciada en la desmedida violencia desplegada por el autor”.
Tras el femicidio, el asesino estuvo prófugo por cuatro días hasta que fue arrestado por efectivos de la Departamental Hurlingham en Edison y Escalada, en la localidad de Sarandí, donde se iba a encontrar con su novia.
Entre las pruebas que alcanzaron para arrestarlo, se encontraba el hecho de que sus huellas dactilares fueron halladas en la escena del crimen, su rostro había sido captado por una cámara de seguridad cuando escapaba del lugar y por escuchas realizadas a su celular.
Cabe destacar que Nadia había escrito el celular del asesino en un papel que hallaron en su negocio, pero bajo el nombre «Maxi» y es que él se había hecho pasar por un comprador.
De hecho, al momento de su detención le encontraron al femicida una bolsa con un termo y dos latas para yerba y azúcar como las que vendía su víctima, un juego de llaves de ella y un cuchillo.
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