Castelar y los Ayerza

Castelar y los Ayerza: La terrible historia de la familia. La mafia cayó sobre los Ayerza y una vendetta penetró sus vidas para siempre con el secuestro que conmovió a la Argentina de los años ’30.

Castelar y los Ayerza: La terrible historia de la familia. El secuestro de Abel Ayerza (h) ocurrió el 24 de octubre de 1932.

(por Andrés Llinares).- Fue parte de una secuencia de secuestros en cadena que tuvo como víctimas a Florencio Andueza en Venado Tuerto (1930) y a Julio Nannini (19) y a Carlos Gironacci (15), en Arroyo Seco (1931).

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O sea que no sólo hay una serie de secuestros en la línea de tiempo que va de 1930 a 1932, también un lugar, una zona franca entre las provincias de Córdoba y Santa Fé.

Finalmente, lo que empezó con la falta de una investigación seria y responsable por parte de la Policía de San Fé y Córdoba, con el secuestro de Abel Ayerza (h), la opinión pública porteña se activó fuertemente. A tal punto que desembocó en un cambio abrupto e histórico en la administración de las fuerzas de seguridad.

Los Ayerza no solo eran ricos, pertenecían a los sectores ilustrados porteños y tenían una trayectoria intachable en los negocios pero sobre todo en el mundo académico. El secuestro de Abel Ayerza (h) fue un golpe a uno de los mejores representantes de aquella clase. Toda la aristocracia de Buenos Aires se sintió herida.

Y cuando se supiera finalmente que el 31 de octubre de 1932, los secuestradores, atemorizados, rodeados, perseguidos, ejecutaron a Abel Ayerza (h) una semana antes de que el joven cumpliera años, finalmente los porteños realizarían protestas callejeras y reclamos explícitos.

Con todos los parámetros deshechos, el Gobierno Nacional al mando de Agustín P. Justo actuó incluso fuera de derecho para garantizar la estabilidad y demostrar que la represión sin límites era la única alternativa para desbaratar el delito organizado.

En total, Abel Ayerza (h), el joven estudiante que visitaba Castelar, que pasaba sus vacaciones en el Palacio de la Familia (hoy Instituto Inmaculada), a metros de las vías del Ferrocarril Oeste, estuvo secuestrado 7 días corridos sin que las fuerzas de seguridad pudieran encontrarlo. Y luego de su asesinato, pasarían cuatro meses hasta que lograran desenterrar el cuerpo.

Ese hecho trágico se conectaría con la nacionalización de una fuerza policial. También con la educación de Castelar, porque casi dos décadas después del secuestro y asesinato, en 1957, bajo el luto de la pérdida de un hijo de manera injusta, el Palacio Ayerza se transformaría en el Instituto Inmaculada.



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Castelar y los Ayerza: El Palacio en 1930

Así se veía el Palacio Ayerza en 1930. Delante, harían la calle Pedro Goyena. Al Oeste, la Avenida Zapiola doble mano. Detrás, la línea del Ferrocarril Oeste. Y al Este, el Arroyo Morón. Dentro de ese cuadrilátero estaba ubicado el Palacio Ayerza que al ser loteado, el barrio que se levantó tomaría su nombre: Parque Ayerza.

Castelar y los Ayerza Diario Anticipos


Castelar y los Ayerza: El Origen del Secuestro

El mito de Chico Grande

Cada historia, cada relato sobre el secuestro de Abel Ayerza (h) comienza con la fallida narración de la vida de Juan Galiffi, o «Chicho Grande», como instigador del secuestro. Pero nunca pudo probarse, y luego de toda la investigación judicial, la máxima pena que recibió fue la deportación a su país de origen, Italia, en donde luego de sufrir cárcel, murió.

Pero a Juan «Chicho Grande» Galiffi en la década ’30, se lo conocía como el «dueño del submundo de Rosario, Santa Fe y los límites con Córdoba». Fue el propietario de la vida y la muerte del resto de los mortales en connivencia con la policía santafecina y los hombres ricos y poderosos del lugar.

Sólo por el mito, porque pruebas no hubo, Juan «Chicho Grande» Galiffi quedó asociado al secuestro y asesinato de Abel Ayerza (h).

Y todo porque los pares contrapuestos son la mejor forma de construir los leyendas urbanas.

A un hijo ejemplar de la aristocracia no lo podía secuestrar y matar un una banda de violentos, marginales y sin arraigo, sino otro hijo, en este caso de la inmigración, amo y señor del mal. Y éste fue Juan «Chicho Grande» Califfa.

Si moría un joven aristócrata como Abel Ayerza (h), debía ser en manos de un grande del mal, y éste fue Juan «Chicho Grande» Galiffi.

Juan Galiffi Chicho Grande Castelar y los Ayerza Diario Anticipos

Juan Galiffi es una historia aparte y gigante de aquella Ciudad de Rosario que intentaba igualar a la Ciudad de Chicago. Y Juan Galiffi era un jefe mafioso con vínculos con el poder sin que se pudieran determinar las relaciones que desplegó para secuestrar y ejecutar a Abel Ayerza (h).

Juan Galiffi o «Chicho Grande» había llegado desde Sicilia, Italia, a la Argentina, en 1910. Y se radicó en la ciudad de Gálvez, Provincia de Santa Fé.

De obrero fabril, en pocos años pasó a ser propietario de una peluquería, una cantina y una carpintería. Luego, comenzó a comprar casas, viñedos en Mendoza y San Juan y, por último, caballos de carrera.

Durante 20 años ininterrumpidos, Juan Chicho Grande Galiffi, corrió por la ruta del ascenso económico. Claro que para lograrlo cometió todo tipo de delitos al amparo de la fuerzas de seguridad de Santa Fe.

Y cuanto más dinero, más relaciones construía.

A partir de su fortuna, Juan Chicho Grande Galiffi se mezcló en círculos de alto nivel económico para recopilar información y luego extorsionar, chantajear, articular tráfico de mujeres jóvenes y hacer trabajos sucios para gente supuestamente honorable.

Hasta ahí, todo fue probado. Pero sobre su participación en el secuestro y ejecución del joven Abel Ayerza (h) sólo hay indicios, presunciones y ninguna prueba excepto su pelea a muerte con su principal rival, Francisco «Chicho Chico» Marrone.

Castelar y los Ayerza: ¿Quién fue Chicho Chico?

A principios de 1930, Francisco Marrone, alias Chicho Chico, fue detenido en Marsella, Francia, y de inmediato el Consulado General de Italia pidió su extradición al gobierno de Francia.

Durante el traslado se fugó y entonces se refugió en Argentina.

Se había confeccionado documentos con falsa identidad tomando el nombre de Alí Ben Amar de Sharpe para entrar al país. Y repetía a quién quisiera escucharlo que había nacido en 1900 en Constantina, fruto del matrimonio entre Niijima Bazis, siria, y Elías de Sharpe, egipcio.

En menos de un año empezó su carrera delictiva. Y de inmediato la Policía de Buenos Aires comenzó a investigarlo. Descubrió entonces que Francisco Marrone había nacido en Palermo el 9 de febrero de 1898 y tenía pedido de captura por actividades mafiosas y dos crímenes. También, que había sido detenido en Marsella y se había fugado rumbo a la Argentina.

¿Qué hacía la Policía de Buenos Aires con cada caso, cada mafiosos que descubría? Le daba aviso a la Policía de Rosario, y la de Rosario llegaba un acuerdo con el mafiosos, excepto que se viera involucrado en delitos contra los porteños.

Para 1931, Chicho Chico ya era un mafioso conocido entre sus pares con buenos contactos en Santa Fe y Córdoba, territorio de Juan Galiffi.

La disputa con Juan Chicho Grande Galiffi sería inminente.

Entre Chicho Grande (Juan Galiffi) y Chicho Chico (Francisco Marrone) la pelea no sería solo por el territorio, también por los secuestros que realizaban.

Francisco Marrone no distinguía entre argentinos e italianos y la Mafia Siciliana que era real y activa al otro lado del Atlántico, sabía de esta falta de respeto y también de la propaganda nociva que significaba para la organización.

Sin embargo, pese a la actividad constante de los dos mafiosos, Chico Grande (Juan Galiffi) y Chicho Chico (Francisco Marrone), no hay dato alguno que los vincule directamente con el secuestro y asesinato de Abel Ayerza (h). Y ahora vamos a ver por qué de todos modos aparecen en la historia.

Castelar y los Ayerza

De la banda de Chicho Grande y Chicho Chico, a la muerte de Abel Ayerza (h)

Gran parte de los secuestradores de Abel Ayerza (h) tenían experiencia. En 1930, habían integrado el grupo que cayó sobre Florencio Andueza. Y en 1931 sobre dos hijos de Italia, los jóvenes Julio Nannini (19) y Carlos Gironacci (15).

Estos dos últimos secuestros de compatriotas fue la gota que rebalsó el vaso en 1932 con el secuestro del porteño y aristócrata de Abel Ayerza (h).

Julio Nannini (19) y Carlos Gironacci (15) Diario Anticipos

Así que tenemos cuatro secuestros y entre uno y otro hay meses de diferencia. Todos en la zona de Santa Fé y Córdoba.

De los tres primeros secuestrados (Florencio Andueza, Julio Nannini y Carlos Gironacci), dos son de origen italiano.

La furia de Juan Galiffi, Chicho Grande, se desata al punto que para cuando secuestran a Abel Ayerza (h), Francisco «Chicho Chico» Marrone, ya está muerto.

Y todo porque Juan Chicho Grande Galiffi se propuso ordenar las cosas.

Con los jóvenes Julio Nannini (19) y Carlos Gironacci (15) secuestrados, en abril de 1932, Juan Galiffi invitó a su rival, Francisco Marrone, a Buenos Aires, exactamente a la fábrica de muebles que tenía en Pringles 1253, de la que nunca saldría vivo.

En abril de 1932, el «Clan Galiffi» ejecuta a Francisco Marrone y lo entierran «en una quinta situada entre Castelar e Ituzaingó» (La Nación 14-07-2018).

¿Entonces qué pasó? Hay un eslabón perdido en la cadena de secuestradores y una fase de la historia que queda en suspenso. Hasta que vuelve a avanzar y le cuesta la vida a Abel Ayerza (h).

Los delincuentes conectados al irresponsable de Chicho Chico eran Santos Gerardi y meses después, Carmelo Vinti y Romeo Capuani, tres ex miembros de los atracos y delitos diagramado por Juan Chicho Grande Galiffi.

Para que se entienda: Santos Gerardi, Carmelo Vinti y Romeo Capuani trabaron para Juan Chicho Grande Galiffi. Luego para Francisco Chicho Chico Marrone. Y cuando el «Clan Galiffi» mata a Chicho Chico Marrone, actúan por su cuenta.

Y acá lo importante. Los ex miembros de la banda de Juan Chicho Grande Galiffi, que habían quedado bajo el mando de Francisco Chicho Chico Marrone: Santos Gerardi, Carmelo Vinti y Romeo Capuani, ya sin jefe (ejecutado), continuaban intentando cobrar el secuestro de Julio Nannini (19).

Lo logran sin que intervenga ni la Policía de Córdoba ni la de Rosario. Y entonces ¿qué piensan? Que ya saben hacer las cosas solos. Y encima Francisco Chico Chico Marrone está muerto. Por eso, el pago exitoso del secuestro de Julio Nannini (19) se transforma en un acto de autonomía.

Con Marrone muerto, y Gerardi al frente de la banda, será el el jefe del grupo de secuestradores que caerá sobre Abel Ayerza (h).

Este vínculo entre Juan Chicho Grande Galiffi y la banda de Santos Gerardi fue lo único que intentó y no pudo, probar la justicia en 1933.

Por lo tanto, no hay nada que indique que Juan Galiffi actuara como ideólogo del secuestro de Abel Ayerza (h) de lo cual se desprende la improvisación y el fracaso en el que terminó la operación.

Castelar y los Ayerza: Primer día del Secuestro

Abel Ayerza (h) era uno de once hijos de una familia rica de Buenos Aires. Y se proponía dar su último exámen de Medicina. Así que en octubre de 1932, se instala en la Estancia El Calchaquí, una propiedad de 10.000 hectáreas ubicada en Marcos Juárez, Córdoba, para preparase juntos a dos amigos más que también debían rendir.

Abel Ayerza Castelar y los Ayerza Diario Anticipos

Sus amigos eran Ricardo Hueyo, hijo del del Ministro de Hacienda de la Nación, y Alberto Malaver, con parientes en todos los ámbitos del radicalismo antiyrigoyenista justo cuando gobernaba el país un militar y líder de ese espacio: Agustín P. Justo,

En ese momento, Abel Ayerza (h) tenía 24 años.

Había nacido del matrimonio entre el prestigioso médico porteño Abel Ayerza (quién para entonces ya había fallecido) y María Adela Arning Lawson.

Pero aparte de medicina, Abel Ayerza (h) tenía otras «inquietudes», por llamarlas de un modo elegante.

Si Hipólito Yrigoyen había sido el voto universal y la democracia participativa, la aristocracia sería el modelo opuesto, o sea, la restricción de las masas en la toma de decisiones y el poder de los despachos y la ilustración aristocrática.

Y para 1932, en un país afectado por la Crisis Económica del ’29, con grandes masas de inmigrantes pobres llegando en barcos, triunfa la idea de un gobierno corporativo y fuerte.

Abel Ayerza (h), un típico joven de la aristocrático porteña, comparte estos principios y entonces ingresa a la Legión Cívica Argentina, una organización paraestatal militar creada en 1931 para apoyar al primer golpista del país, el General José Félix Uriburu.

La Legión Cívica Argentina simulaba las camisas negras italianas y arremetía contra trabajadores huelguistas e inmigrantes.

Fue justamente el General José Félix Uriburu quién había encabezado el Golpe de Estado contra el radical Hipólito Yrigoyen para instalar los valores de «orden y progreso». Y en ese marco, en el marco del «orden y progreso» de Félix Uriburu, cuando debe dejar el poder, y llama a elecciones, gana el radicalismo antipersonalista, el de las corporaciones y la mano dura de Agustín P. Justo.

En este lapso, Abel Ayerza (h) se suma a Legión Cívica Argentina, estudia, lo secuestran y ejecutan.

Por lo cual, el secuestro, aunque fue exclusivamente delictivo, se desparramó desde los medios a la sociedad civil urbana, como una expresión política.

El interior, cómplice del inmigrante inculto, rojo y huelguista, mutilaba la aristocracia urbana de paladar negro, ilustrada y propietaria.

Castelar y los Ayerza

El Secuestro: 24 de octubre de 1932

La noche del 24 de octubre de 1932, el joven Abel Ayerza (h) y sus amigos Ricardo Hueyo y Alberto Malaver deciden tomarse un respiro, refrescar la vista, la mente, estirar el cuerpo y visitar amigos. Dejar de lado por unas horas los estudios para dar su última materia y recibirse de médicos.

Abel Ayerza Castelar y los Ayerza Diario Anticipos

Así que se organizan y se van entusiasmados al cine de Marcos Juárez en un auto manejado por el capaz de la Estancia El Calchaquí, Juan Bonetto.

Luego de disfrutar de una película muda, parten a la casa del cerealista Jorge Bertotto, sobre la calle San Martín al 1.400 que aún hoy existe.

Entre café y bebidas, charlan y ríen hasta la madrugada y finalmente termina el gran recreo de los tres estudiantes.

La decisión es fácil, junto al capataz Juan Bonetto, los tres amigos regresan a la Estancia El Calchaquí. 👇

Abel Ayerza Estancia Calchaqui Diario Anticipos

Recorren 12 kilómetros de ruta hasta que llegan al cruce con el camino a la estancia. Lo toman, hacen dos kilómetros y unos trescientos metros antes de llegar al casco, divisan cerca de tranquera principal, automóvil parado.

El capataz Juan Bonetto y los tres jóvenes se detienen pensando que el sujeto necesita ayuda.

Hasta que el hombre, en la oscuridad, sólo con un farol de mano, se acerca vestido de policía, pregunta quién es Abel Ayerza (h), escucha «soy yo» desde el interior del vehículo, y entonces saca un arma y obliga a todos a quedarse quietos mientras otros cuatros delincuentes salen de los pastizales para reforzar el secuestro.

Lugar del Secuestro Diario Anticipos

Juan Bonetto intenta defender a los jóvenes y saca un arma, pero de inmediato lo derriban de un culatazo.

Acto seguido los cinco secuestradores bajan a Abel Ayerza (h) y a Santiago Hueyo del vehículo y los cargan en otro automóvil.

Y a Alberto Malaver y a Juan Bonetto los atan y los dejan al lado del vehículo inutilizado en el que viajaban (les pinchan las cuatro gomas).

Antes de partir, encapuchan a Abel Ayerza (h) y a Hueyo y van a Corral de Bustos, a 70 kilómetros de Marcos Juárez.

Castelar y los Ayerza

Los Secuestradores

Los secuestradores fueron: 1) Santos Gerardi (jefe del grupo y antes hombre de Juan Galiffi); 2) Romeo Capuani, (conductor); 3) Juan Vinti, (obrero ferroviario); 4) José Frenda (jornalero), y 5) Pedro Gianni (un ex peón de la estancia El Calchaquí de la familia Ayerza).

Excepto por Romero Capuani, oriundo de Paliano, pueblo vecino a Roma, el resto de la banda está compuesta por sicilianos.

Al los jóvenes Abel Ayerza (h) y Santiago Hueyo los llevaron directamente de Marcos Juárez, Córdoba, al Corral de Bustos, Rosario, Provincia de Santa Fe.

Sólo 70 kilómetros separaban un pueblo de otro, pero con una característica importante: cambiaba la jurisdicción de la policía provincial. Ya no estaban bajo jurisdicción de Córdoba sino de Santa Fe en época que no existía la Policía Federal.



Castelar y los Ayerza: Los hechos uno por uno

Hasta ahora tenemos un gran mafioso de Rosario, Juan Chicho Grande Galiffi, del que jamás existieron pruebas de su vinculación con el caso. Pero que sin embargo siempre lo vinculan al caso para explicar por qué secuestraron a Abel Ayerza (h). La explicación es muy distinta y ya la veremos.

La única conexión es Santos Gerardi, el jefe del grupo de secuestradores que había trabajado con Juan Chico Grande Galiffi.

¿Cuál es la versión de la época? Que Juan Chico Grande Galiffi planifica el secuestro y se lo encarga a Santos Berardi. Pero nunca fue probada.

Castelar y los Ayerza: Una síntesis

1) Un un mafioso del que nunca se pudo probar su participación: Juan Chico Grande Galiffi.

2) Un mafioso que sí participó y fue capturado y condenado: Santos Gerardi.

3) Dos grandes mafiosos que trabajaron juntos en el pasado: Juan Chico Grande Galiffi y Santos Gerardi, pero al que nada los une el presente, tan siquiera el secuestro de Abel Ayerza (hijo).

3) Una banda de secuestradores.

4) El secuestro de Abel Ayerza (h) y Ricardo Hueyo en Marcos Juárez, Córdoba.

5) La reclusión de Abel Ayerza (h) en Corral de Bustos, Santa Fe.

6) La inmediata liberación de Ricardo Hueyo, en Corral de Bustos, Santa Fe.

7) El asesinato de Abel Ayerza (h) el 31 de octubre de 1932, siete días después de su secuestro.

8) El hallazgo del cuerpo del joven.

10) La detención de toda la banda.



Castelar y los Ayerza: Reclusión en Corral de Bustos

En Corral de Bustos, los hermanos Vicente y Pablo Di Grado, tenían vínculo familiar con el jefe de la banda de secuestradores, Santos Gerardi.

Y esperaban al joven Abel Ayerza (h), para «esconderlo» y «cuidarlo» hasta que terminen las negociaciones, cobren parte del rescate y sea liberado.

Vicente y Pablo Di Grado eran dos verduleros que todo Corral de Bustos conocía. Y accedieron a mantener cautivo al joven Abel Ayerza (h) por dinero ya que suponían que la familia iba a pagar rápidamente y no habría sangre derramada. Un trabajo rápido, fácil y rentable.

Fijense es despliegue logístico:

Berardi organiza y lidera el grupo de secuestradores. Una vez que se produce el hecho, cruzan la jurisdicción policial y derivan al joven Abel Ayerza (h) a la casa de los hermanos Vicente y Pablo Di Grado. Y estos ocultan al joven Abel Ayerza (h) en el sótano de su verdulería, pero bajo la vigilancia permanente de Juan Vinti (un integrante de la banda de secuestradores) y Anselmo Dallera, un jornalero piamontés, que no había participado del secuestro.

Ahora, a la banda de cinco secuestradores se suman tres integrantes más como propietarios de la cárcel clandestina y carceleros. Son los hermanos Vicente y Pablo Di Grado y Anselmo Dallera. Y así llegamos hasta acá al número de ocho implicados.

Una vez «alojado» Abel Ayerza (h), los secuestradores bajo el mando de Santos Gerardi (Romeo Capuani, Juan Vinti, José Frenda y Pedro Gianni), se llevan a Santiago Hueyo.

Antes cometen un error sin pensarlo.

El secuestrador Juan Vinti se queda en Corral de Bustos para «cuidar» al joven Abel Ayerza (h). Es el único implicado que conoce tanto al jefe de los secuestradores, Santos Gerardi y toda su banda (los otros cuatro implicados). Y también conoce a los hermanos Vicente y Pablo Di Grado, dueños del centro de reclusión clandestino, que no participaron del secuestro sino que solo ponían el inmueble, y a su compañero de custodia, Anselmo Dallera, nuevo en el mundo del delito.

La organización se divide en dos, los secuestradores y los custodios. Y Juan Vinti conoce las dos caras porque es parte de una y otra.

Se convertirá en una pieza clave en la investigación.

Ahora bien, ¿por qué no dejaron en Corral de Bustos con Abel Ayerza (h) a su amigo, Santiago Hueyo?

Primero porque los hermanos Vicente y Pablo Di Grado no sabían que en vez de uno tendrían que cuidar a dos secuestrados.

También, porque Santiago Hueyo era hijo de del Ministro de Hacienda de la Nación, Alberto Hueyo, bajo la presidencia de Agustín P. Justo. Por lo tanto, los recursos para encontrarlo serían enormes.

Así que los hermanos Vicente y Pablo Di Grado discuten con Santos Gerardi, y finalmente el jefe de la banda de secuestradores decide dejar libre a Santiago Hueyo.

Lo liberaron en el barrio que hoy se conoce con el nombre de Fisherton, Rosario, Provincia de Santa Fe, que en 1932 era un pueblo de campo prácticamente despoblado.

Los secuestradores hacen del inconveniente una oportunidad. Y al bajarse Santiago Hueyo, le dan una carta y una orden: darle el escrito en sobre a María Adela Arning Lawson, madre de Abel Ayerza (h). Y le advierten que sino lo hacen matarán a su amigo.

Castelar y los Ayerza: 24 de Octubre de 1932

María Adela Arning Lawson: La Carta

Ese mismo día, 24 de octubre de 1932, Santiago Hueyo, en estado de pánico, miedo, furia y desesperación, regresa a Buenos Aires en ferrocarril con la carta que le entregará a la madre de su amigo.

En el texto la banda dejaba bien en claro lo que quería: $ 120.000 por la vida de Abel Ayerza (h). Y detalladamente cómo debían pagar.

El pago del rescate, para la época, era el equivalente a 80 autos cero kilómetro.

También explicaban en la carta que el sujeto encargado del rescate tenía que viajar tres días consecutivos entre Rosario (Santa Fe) y Marcos Juárez (Córdoba) en un auto Ford con una bandera argentina en el radiador como señal.

Castelar y los Ayerza: El Día Después

25 de Octubre de 1932

Un día después del secuestro, Santiago Hueyo, aunque parezca increíble, viaja de nuevo de Buenos Aires a Rosario (Santa Fe) en donde ya estaban tres hermanos de Abel Ayerza (h): Armando, Horacio y Hernán. Y también dos amigos, Alberto Malaver y Juan Bonetto.

Todas las pistas que manejaba la familia, que en 24 horas ya había contratado detectives privados, conducían a Rosario y en Rosario concentraron los amigos y hermanos de Abel Ayerza (h).

Así que tenemos ocho implicados en el secuestro de Abel Ayerza (h) y seis jóvenes con la intención de rescatarlo pagando el rescate y sin dar aviso a ninguna fuerza policial.

Ahora bien, ¿por qué esta manera de actuar?

No hay datos, ni testimonios. Pero si Abel Ayerza (h) era militante de la Liga Patriótica Argentina, quizás también sus hermanos y amigos. Y si los seis que se concentraron en Rosario eran hijos de la aristocracia argentina, cabe pensar que no sólo tenían instrucción, sino que también sabían manejar armas, montar a caballo y pelear o las tres cosas a la vez.

Esto también demuestra que desde aquellos tiempos existe la desconfianza para con las Fuerzas de Seguridad producto de la connivencia con el delito.

Tal fueron las cosas, que la Policía de Córdoba y la de Santa Fe, ingresan más tarde al caso. Y por múltiples errores y al tratarse de un hijo de la aristocracia porteña, semanas después les sigue los pasos un grupo de «elegidos» de la Policía de Buenos Aires. Tres organizaciones provinciales de las Fuerzas de Seguridad en tiempos en que la Policía Federal no existía.

Castelar y los Ayerza: La opinión pública

Pese al hermetismo, el secuestro se expandió rápidamente desde los principales diarios de la época: La Razón, La Nación y Crítica. Y se inició un «folletín policial» sobre Abel Ayerza (h).

Con cada edición, La Razón, La Nación y Crítica brindaban información sobre las investigaciones policiales como si en cualquier momento fueran a dar con el joven estudiante.

En ese entonces, funcionaba de manera civil el Aeropuerto de El Palomar en donde también se realizaron «trabajos de inteligencia» y un control severo sobre los pequeños aviones que entraban y salían.

Todo porque la familia Ayerza era una de las más conocidas en la zona oeste y se manejaba la hipótesis, sin nada que la respalde, que el joven Abel, había llegado en avioneta a Buenos Aires con los secuestradores. Y que luego lo habían escondido cerca del Palacio Ayerza, en Castelar, hoy Instituto Inmaculada, ya que en la zona se haría el intercambio de dinero.

Mientras los diarios porteños La Razón, La Nación y Crítica (Clarín aún no existía) lanzaban teorías como ésta, se iniciaba el primer reclamo social masivo por seguridad y contra el delito organizado, la trata de mujeres, el crimen, el juego, la corrupción y la transparencia del vínculo entre las fuerzas policiales y el Estado.

La única idea que tuvo la opinión pública y reflejaron los medios en 1932, son las mismas que reclaman casi un siglo después: leyes más duras, el aumento de penas para los secuestradores, y el rechazo de inmigrantes con antecedentes penales.

Así que ese mismo años de 1932, el Poder Ejecutivo Nacional tomó las demandas sociales y envió al Congreso un proyecto de Reforma del Código Penal.

En esa reforma pedía la expulsión de extranjeros «en estado peligroso» y la Comisión a cargo en la Cámara de Diputados agregó la restauración de la pena de muerte. Una medida desesperada.

La Reforma del Código Penal fue aprobada en la Cámara de Senadores, pero contrariamente a lo que se suponía, la sanción no prosperó en la Cámara de Diputados.

Ahora bien, de toda la cadena de sucesos inesperados, desde los medios porteños por primera vez se iniciaron fuertes críticas sobre la Policía Provincial de Rosario. Para Buenos Aires, estaba vinculada a la corrupción y la connivencia con la mafia.

Tomaron los viejos artículos del Diario La Tribuna que editaba el Partido Demócrata Progresista y los usaron como fuente.

Desde hacía años, el Diario La Tribuna señalaba que existían prolongaciones y vínculos de Juan Galiffi con dirigentes del oficialismo, entonces la UCR Antipersonalista, y el delito organizado.

Pero aunque en tres días el escándalo creció y se movieron los poderes del Estado, Abel Ayerza (h) no aparecía. Y tampoco había contacto con sus secuestradores.

Castelar y los Ayerza: 29 de Octubre de 1932

Seis Días de Secuestro

El debate sobre la Reforma del Código Penal era importante y resonaba en toda la Ciudad de Buenos Aires, cuando el 29 de octubre de 1932, María Adela Arning Lawson recibió otra carta de su hijo por correo.

Había sido sellada en Rosario, Sana Fe, y portaba nuevas órdenes para el pago del rescate.

Recién entonces llegaba la Policía de Buenos Aires a Córdoba Capital para profundizar la investigación. El traslado no había sido sencillo. Cada Provincia tenía su propia fuerza de seguridad y no existía la Policía Federal.

Por lo tanto, admitir uniformados con armas en jurisdicción ajena era admitir la debilidad propia. La Provincia de Córdoba, siempre cercana políticamente a Capital Federal, admitió fuerzas policías de Buenos Aires, pero si trabajaban con discreción y los logros quedaban en manos de los mediterráneos.

Castelar y los Ayerza: Interviene Buenos Aires

El jefe del «Grupo Capital Federal» fue el comisario Víctor Fernández Bazán, principal responsable en la Ciudad de Buenos Aires de la Sección Robos y Hurtos.

A un agente destacada de «Robos y Hurtos» lo envían a descubrir un secuestro. ¿Por qué? Porque Buenos Aires, que en 1932 era prácticamente sólo la Capital Federal, no tenía una Brigada Antisecuestro por el simple hecho de que no ocurrían en su jurisdicción.

Y Víctor Fernández Bazán desembarca en Córdoba Capital porque el secuestro se había realizado en esa provincia, en la localidad de Marcos Juárez, camino a la estancia Calchaquí de la Familia Ayerza en donde pasaban unos días Abel y sus amigos Ricardo Hueyo y Alberto Malaver.

También porque Buenos Aires no confiaba en la Policía de Santa Fe.

Sin embargo, desde su concepción la opción fue mala. Marcos Juárez está más cerca de Rosario que de Córdoba.

Pero, ¿qué hace el Comisario Víctor Bazán no bien pisa Córdoba Capital? Allanamientos y controles entre la población extranjera de origen italiano en los límites entre ambas provincias.

Y entonces cae Anselmo Dallera, el jornalero piamontés de 17 años que custodiaba a Abel Ayerza (h) junto a Juan Vinti.

No hay un sólo dato hasta la fecha sobre cómo cae Anselmo Dallera. Si alguien de la mafia, un vecino, la casualidad o la Policía de Rosario, Santa Fe, filtró la información es imposible determinarlo. Pero Anselmo Dallera figura en la causa como el primer detenido. Así que cae. Tenemos ese dato.

Entonces podemos suponer que estamos cerca del desenlace, que rápidamente caerá toda la banda de secuestradores porque si Anselmo Dallera conoce a Juan Vinti y Juan Vinti a todo el grupo, e incluso a los hermanos Vicente y Pablo Di Grado, los propietarios del inmueble en el que está Abel Ayerza (h) recluido, si todos se conocen, por lo tanto es el final.

Con que Anselmo Dallera hable, se acaba todo. Y Abel Ayerza (h) podrá volver a Buenos Aires libre y sano.

Pero lo que finalmente ocurre es muy distinto. Otro agujero negro en la historia.

Pese a su detención, Anselmo Dallera no habla.

¿Quién lo mantiene detenido Anselmo Dallera? La Policía de Córdoba a quien primero interroga y luego lo traslada al Juez del Crimen de Villa María, Francisco Setien.

Castelar y los Ayerza: La segunda carta y el pago del rescate

El mismo 29 de octubre de 1932, mientras el Comisario Víctor Bazán está en Córdoba, detiene a Anselmo Dallera y lo traslada de Marcos Juárez a Villa María, la segunda carta de los secuestradores llega por correo a manos de María Adela Arning Lawson, madre de Abel Ayerza (h).

¿Qué análisis hace la familia? Que deben cerrar el trato rápido o matan al joven Abel porque tres fuerzas policiales lo buscan y desde el mismo día que llega la carta hay un detenido.

¿Que análisis hacen los secuestradores? Que ya detuvieron a un miembro de la banda, aunque menor, y deben «apurar» a la Familia Ayerza o perderán el dinero del rescate.

Entonces María Adela Arning Lawson cierra el trato sin darle aviso a la Policía ni de Santa Fé, ni Córdoba, ni de Buenos Aires, porque piensa que están todos implicados en el secuestro o intentando competir quién lo resuelve o quién lo oculta que para el caso es lo mismo.

Castelar y los Ayerza: Siete días de secuestro

30 de Octubre

La madre de Abel Ayerza (h) cierra el trato y tiene un plan que ideó junto a los detectives privados.

Al día siguiente, 30 de octubre de 1932, un día antes de que asesinen al joven Abel Ayerza (h), dos de sus hermanos y uno de sus amigos, Ricardo Hueyo, recorren Rosario, San Fe, para despistar a la Policía Provincial que los sigue de cerca suponiendo, con razón, que estaban en contacto con los secuestradores.

Mientras, dos amigos de la familia, Mario Peluffo y Horacio Zorraquín Becú, entregarán ese mismo día, 30 de octubre de 1932, los $ 120.000 a los secuestradores en la zona sur de Rosario.

Unos despistan, otras hacen la entrega. El plan es bueno. Y Abel Ayerza (h) aún sigue vivo aunque le quedan veinticuatro horas.

Demasiada policía de Rosario, de Córdoba, de Buenos Aires. Los medios porteños cubriendo el caso, la opinión pública pidiendo pena de muerte, la clase política desmarcándose de cualquier vínculo con la mafia. La tensión atraviesa muchas esferas y se siente.

Así que los secuestradores querían cerrar el caso lo más rápido posible y la Familia Ayerza también.

Finalmente, Mario Peluffo y Horacio Zorraquín Becú, se encuentran por la noche con el jefe de la banda de secuestradores, Santos Gerardi, y un nuevo integrante, Salvador Rinaldi (el miembro número nueve) y pagan el rescate.

Pese al pago, no hay alegrías ni expectativas. Sólo resta esperar que suelten a Abel Ayerza (h), lo que los secuestradores no harán.

Castelar y los Ayerza: Octavo Día del Secuestro

31 de Octubre de 1932: Del sótano a la muerte por la espalda

El pago del rescate no se informó a la Policía ni de Córdoba, ni de Santa Fe, ni de Buenos Aires, ni al jefe del «Grupo Federal», Víctor Fernández Bazán.

Y al día siguiente, 31 de Octubre de 1932, a una semana del secuestro y el rescate pago en Rosario, Santa Fe, Graciela Marino (la décima integrante de la banda), tenía que enviar un telegrama urgente con una frase en clave.

El mensaje, según la leyenda popular, era: «Manden el Chancho, Urgente» que significaba liberen a Abel Ayerza (h). Y llegó aunque modificada: «Maten al Chancho, Urgente».

Así que ese mismo día, 31 de octubre de 1932, tras la llamada por la madrugada de Graciela Marino, Pablo Di Grado y Juan Vinti sacaron al joven Abel Ayerza (h) del sótano en que permanecía cautivo y lo llevaron en una jardinera hasta un maizal de Colonia Chañarito, en las afueras de Corral de Bustos.

Fue rápido, breve aunque Abel Ayerza (h) sintió la muerte antes del disparo. Le pidieron que se desnude, que camine hacia la plantación y con una sola bala le sacaron la vida para luego enterrarlo.

Castelar y los Ayerza: ¿Por qué matan a Abel Ayerza (h)?

Lo matan luego de cobrar el dinero. Y todos hasta el día de hoy se preguntan ¿por qué?

La versión popularizada pero jamás comprobada es que el mensaje fue alterado involuntariamente.

De la simple frase acordada por los secuestradores, «Manden el Chancho, Urgente», la banda que tenía a cargo el cautiverio recibió: «Maten el Chancho, Urgente». Pero esta versión ni tiene lógica, ni es creíble.

Aunque no es posible encontrar documentos sobre el Juez del Crimen de Villa María, Francisco Setien, éste sostuvo que luego de la detención de Anselmo Dallera, los secuestradores pensaron que la Policía Federal los descubriría en días. Lo que sí tiene lógica. Anselmo Dallera, uno de los carceleros de Corral de Bustos, conocía a Juan Vinti, y Juan Vinti a toda la banda.

Pero las investigaciones posteriores determinaron que Anselmo Dallera no fue de ayuda ni para encontrar el cuerpo ni para detener a los miembros de la banda.

Incluso fue liberado y nadie más supo de la vida de Anselmo Dallera por lo cual está claro que sabía cada hecho ocurrido en octubre de 1932. Y logró o esconderse para siempre o tuvo un peor final.

Castelar y los Ayerza: La verdadera causa del asesinato

El secuestro se realiza el 24 de octubre de 1932, en el mismo día se conoce el hecho y se toma como fecha oficial. Y siete días después Abel Ayerza (h) es ejecutado.

Abel Ayerza (h) estaba recluido sin que lo supiera en sótano del inmueble de los hermanos Vicente y Pablo Di Grado, en Corral de Bustos, Marcos Juárez, Córdoba.

Pero el sótano en el que había sido alojado, como todo sótano, tenía un respiradero que filtraba el sonido de la ruta. Pasaban camiones y vendedores, y desde uno de los vehículos, promocionan actividades «corralenses».

Cuando Abel Ayerza (h) escucha la palabra «corralenses» toma conciencia que está en Corral de Bustos.

La mujer que lo cuidaba era Marina Rinaldi, la esposa del mafioso conocido Cayetano Rinaldi (un décimo integrante), los dos de Rosario, Santa Fe, que tenían dos hijos pequeños, de entre 8 y 10 años y se habían trasladado a Corral de Bustos, Córdoba, para realizar el trabajo de carceleros.

Salvo Cayetano Rinaldi, todos tenían contacto con el detenido: Marina Rinaldi y los chicos más de una vez al día.

Entonces Abel Ayerza (h), quien ya sabía dónde estaba, escribe con un pedacito de carbón en un billete de un peso: «Soy Abel Ayerza. Estoy en Corral de Bustos.», para darle a los hijos del matrimonio y que el aviso llegue a manos de un comerciante del pueblo.

Los seduce a los niños, les pide que compren un paquete de pastillas, los niños aceptan y cuando se preparan para salir de la vivienda, la madre los llama y les pide el billete.

Entonces Marina Rinaldi lo leé y Abel Ayerza (h) logra el efecto contrario, porque la mujer, de inmediato, piensa que quizás pudo haber sido el primer billete en salir de su casa, pero quizás uno más de los tantos que ya envío con el mismo mensaje y entonces estaban a punto de descubrirlos.

Más presión, y Marina Rinaldi desesperada, llama a Rosario para recibir instrucciones.

Parte de la banda está reunida con el dinero del rescate y concluyen que si dejan en libertad al joven Abel Ayerza (h), puede identificar a varios miembros. La conclusión es rápida. Deciden matarlo y hacer desaparecer el cuerpo para despistar a la policía.

Le dan instrucciones a Marina Rinaldi y ese mismo día cinco miembros de la banda cumplen la espantosa misión.

Vicente y Pablo Di Grado, Juan Vinti (quién lo mataría), José Frenda y Romeo Capuani sacan al joven Abel Ayerza (h) del sótano, lo encapuchan, lo atan y lo suben a una jardinera hasta un maizal de Colonia Chañarito, en las afueras de Corral de Bustos. Y luego lo matan de un balazo por la espalda.

El asesinato lo realizó Fue Juan Vinti con una «lupara» o escopeta recortada con un cañón más corto y, en la mayoría de casos, la culata acortada o eliminada.

Castelar y los Ayerza: La búsqueda del joven sin vida

2 de Noviembre y 2 Días de Muerto

Dos días después del pago del rescate, el comisario Víctor Fernández Bazán, sin saber que Abel Ayerza (h) ya estaba muerto, salió de Marcos Juárez, Córdoba, rumbo a Rosario, Santa Fe, para allanar los domicilios de Juan Vinti y José Frenda.

¿Cómo logra llegar a estos dos miembros de la banda? A través de la detención de Carlos Rampello. Una detención más al boleo sin demasiados datos. Carlos Rampello cae por ser extranjero y caminar los bordes de Rosario. Quedará detenido hasta el día final del juicio pero será absuelto.

Castelar y los Ayerza: Víctor Fernández Bazán en Marcos Juárez

3 de Noviembre

El comisario porteño Víctor Fernández Bazán tiene dos detenidos: Anselmo Dallera y Carlos Rampello. Y con esos dos detenidos puestos a disposición de la Policía de Córdoba, llega a Marcos Juárez, allana los domicilios de Juan Vinti y José Frenda, pero solo encuentran a la esposa de uno y de otro en cada casa. Para entonces los dos mafiosos ya se habían fugado.

Importante: No hay ninguna conexión entre las detenciones de Anselmo Dallera ni Carlos Rampello con los allanamientos de los domicilios de Juan Vinti y José Frenda.

Pero esta claro que el comisario Víctor Fernández Bazán está sobre los secuestradores pero siempre un paso atrás.

Esto significa que recibía información de las fuerzas de seguridad de Córdoba y Santa Fe discrecionalmente. O sea, en base a intereses fundados y vinculados con la banda de secuestradores.

Con las investigaciones posteriores se supo que ese 3 de noviembre, con el rescate pago y Abel Ayerza (h) muerto, José Frenda había abandonado su casa desde el primer día del secuestro (23 de octubre de 1932) y Juan Vinti salió de Corral de Bustos, Córdoba, a Rosario, Santa Fe, el día anterior al allanamiento oculto en un carro que llevaba gallinas.

Si esto pudo ser posible, los contactos entre la Policía de Rosario y los secuestradores era estrecho.

Entre el fracaso de la Policía de Buenos Aires y la interna desatada por la Policía de Rosario, la Justicia Provincial tomó partido.

El mismo día que el Comisario Víctor Fernández Bazán intenta detener a José Frenda y Juan Vinti y fracasa, ese mismo día, ni una antes ni uno después, la Cámara de Apelaciones de Rosario ordena la libertad de José La Torre. Una provocación y un mensaje para el comisario porteño Víctor Fernández Bazán.

¿Por qué? Porque José de La Torre estaba detenido por otro secuestro. Por lo tanto su liberación fue una muestra del poder político, que entonces también nombraba a los miembros del Poder Judicial. El poder político de Rosario le mostraba con brutalidad al comisario porteño Víctor Fernández Bazán quien mandaba fuera de Buenos Aires.

Y Buenos Aires se jugaba el orgullo.

Y el mismo día de su libertad, José de La Torre les consiguió escondite a Romeo Capuani (conductor la noche del secuestro) , Juan Vinti y José Frenda. Estaba claro que la liberad de José de La Torre era un mensaje al comisario Víctor Fernández Bazán y de gran ayuda para los secuestradores que estaban siendo cercados.

¿Qué hace José de La Torre? Esconde a los tres miembros de la banda de secuestradores en la casa de José Ruggenini, un informante de la Policía de Rosario.

Y esto confirma la connivencia entre los secuestradores, la Policía, el Poder Judicial y el poder político de Rosario y la factura a Buenos Aires.

Castelar y los Ayerza: El traslado del cuerpo en la clandestinidad

21 de Noviembre

Con la Policía de Buenos Aires cerca, los hermanos Vicente y Pablo Di Grado deciden trasladar el cuerpo de Abel Ayerza (h) a un lugar más distante para que no lo encuentren. Pero también para cambiar la jurisdicción y rearmar la historia.

Deciden cruzar la frontera interprovincial y que la nueva tumba clandestina sea en la Colonia Carlitos, cerca de la localidad de Chañar Ladeado, Municipio de Caseros, Santa Fé.

(Ahí encontrará finalmente la Policía de Buenos Aires al joven Abel Ayerza (h) muerto a sus 24 años. Pero todavía faltarán muchas cosas).

A tres meses del secuestro

Castelar y los Ayerza: En enero de 1933 Abel Ayerza (h) sigue sin aparecer

Dos meses después de que al Comisario Víctor Fernández Bazán se les escapara Juan Vinti y José Frenda, Abel Ayerza (h) sigue desaparecido. Por otro lado, nada indica que estuviera muerto aunque todos lo suponen.

De todos modos, el grupo especial de la Policía de Buenos Aires trabaja para resolver el caso. Al menos querían atrapar a los responsables.

Buenos Aires no iba a permitir que las fuerzas policiales provinciales acorralen a los porteños fuera de la ciudad.

Castelar y los Ayerza

El Ministerio del Interior de la Nación toma la Iniciativa

Ante el diagnóstico, el Gobierno Nacional, ya entonces a cargo de Agustín P. Justo, parece incapaz e incompetente. Eso comentan las familias millonarias, patricias y propietarias de la Ciudad de Buenos Aires.

Nadie estaba a salvo fuera de la Capital Federal, menos sus hijos y nietos. Sin embargo, sus tierras se extendían por toda la pampa húmeda. ¿Estarían en peligro incluso sus bienes? La mirada sobre un Gobierno Nacional impotente cada vez es más fuerte. Y entonces el Presidente Agustín P. Justo comienza a actuar.

Castelar y los Ayerza: El Presidente Agustín P. Justo

Agustín P. Justo había asumido la Presidencia de la Nación el 20 de febrero de 1932.

Para entonces, Abel Ayerza (h) ya está muerto aunque no hay ninguna confirmación. Lo sabe la mafia y la Policía de Rosario. La familia y la Policía de Córdoba lo sospecha. La Policía de Buenos Aires también pero al menos quiere atrapar a los responsables.

Agustín P. Justo actúa como si aún estuviera vivo y toma una decisión que profundizará la investigación del paradero del joven estudiante, pero también expandirá las políticas represivas contra los trabajadores inmigrantes en la Argentina.

Y entonces el 20 de febrero de 1932, luego de asumir la Presidencia de la Nación, Agustín P. Justo le toma juramente como Ministro del Interior a Leopoldo Melo, un hombre que provenía de lo más duro y violento de la política porteña.

Castelar y los Ayerza: Un hombre violento sobre el caso

¿Quién fue el Ministro Leopoldo Melo?

Pese a ser un cuestionador extremo de Hipólito Yrigoyen y poco amante de la democracia, Leopoldo Melo se reconocía como militante de la Unión Cívica Radical.

Incluso fue diputado nacional, dos veces senador nacional por la provincia de Entre Ríos y presidente provisional del Senado en representación del radicalismo.

Y Leopoldo Melo llega con toda su historia al Ministerio del Interior el 20 de febrero de 1932 luego de haber militado en grupos paramilitares y ejercer, a su vez, el derecho como profesión.

Incluso, entre el 29 de abril de 1920 y el 9 de junio de 1921 había sido Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Y ejerciendo ese cargo, formó parte de la Liga Patriótica Argentina, grupo de ultraderecha fundado para contrarrestar las huelgas obreras de 1918 y 1919.

La Liga Patriótica estaba dividida en organizaciones civiles y paramilitares. Y confrontaban de manera ilegal a los residentes extranjeros, las organizaciones sindicales de origen anarquista y socialistas y a los grupos de trabajadores huelguistas.

La organización surgió a la luz de manera comprobable durante la «Semana Trágica» que transcurrió del 7 al 14 de enero de 1919, bajo el gobierno nacional de Hipólito Yrigoyen. La represión dejó un saldo de 700 muertos y 4.000 heridos.​

En esta confrontación callejera y violenta, se hizo lugar y creció políticamente Leopoldo Melo, quién llegó a ser candidato a Presidente en 1928 por la Unión Cívica Radical Antipersonalista.

Perdió en manos del propio Hipólito Yrigoyen quién asumió la Presidencia de la Nación por segunda vez en 1928.

Dos años después, Hipólito Yrigoyen fue depuesto por el Golpe Militar encabezado por José Félix Uriburu y dos años más tarde, en elecciones fraudulentas, gana el radical Agustín P. Justo la Presidencia de la Nación y coloca a Melo al frente del Ministerio del Interior.

Melo jura, asume y ¿qué hace? En un abrir y cerrar de ojos comienza a diseñar la Sección Especial de la Policía Federal que pondrá en práctica la tortura contra los opositores.

Esta sería el hombre que fundaría la «mano dura» en Argentina con Abel Ayerza (h) muerto sin que la opinión pública lo supiera.

Castelar y los Ayerza

Leopoldo Melo y la investigación de la Policía de Rosario

Para concretar sus planes, una vez que Leopoldo Melo toma el control del Ministerio del Interior de la Nación, sabe que debe institucionalizar los grupos paramilitares para confrontar con los anarquistas, los socialistas y los huelguistas, el origen del caos, según la oligarquía porteña.

Entonces toma la investigación del caso Abel Ayerza (h), la coloca sobre su escritorio y un mes después, en febrero de 1933, abre una nueva investigación. Pero no será sobre los secuestradores, sino sobre las actividades de la Policía de Rosario.

¿Que quiere lograr Leopoldo Melo? Demostrar la necesidad de un aparato represivo nacional por encima de las policías provinciales. Y lo va a lograr.

No se trata de una acción humanitaria, de la responsabilidad del Estado de garantizar la vida de las personas. Se trata de que las provincias limítrofes son sean escondite de asesinos y criminales, de anarquistas y socialistas, según la mirada de los porteños.

No es su trabajo diseñar un país más justo, sino proteger las personas y sus bienes. Y para lograrlo, Leopoldo Melo, un hombre patricio y abogado, romperá todas las leyes escritas para lograr su objetivo.

Castelar y los Ayerza: Infiltran la Policía de Rosario

No se sabe con exactitud cuántos agentes encubiertos envía el Ministro Leopoldo Melo a Rosario, pero dentro del grupo de Policías de Capital Federal estaban los agentes Cayetano Bruno y los ex comisarios César Etcheverry y Miguel Ángel Tentorio.

Miguel Angel Tentorio ya había hecho de agente encubierto durante los piquetes de la Asociación del Trabajo Libre. Intervenía en huelgas y conflictos obreros para informar al Ministerio del Interior de la Nación sobre extranjeros sospechosos de actividades «subversivas».

Esa actividad ilegal lo llevó a saber dónde encontrar mafiosos y marginales de la ciudad de Rosario.

Miguel Angel Tentorio llegó a Rosario y se entrevistó con Enrique Quintana, un empleado de Tribunales, quien lo puso en contacto con Carmelo Vinti (nuevo en este relato) , el hermano de Juan Vinti (quien asesinaría a Abel Ayerza (h)).

Se encontraron en una fonda en la esquina de las calles Oroño y Güemes, en el barrio Pichincha de Rosario, en donde había una línea de locales en las que explotaban mujeres.

Como si fuera el único lenguaje posible entre los agentes encubiertos y el mundo de delito, le ofrecieron dinero e información sobre su cuñado, José Consiglio, desaparecido en Rosario en circunstancias sospechosas.

Carmelo Vinti se mostró rápidamente interesado en el dinero y el paradero de su cuñado y reveló que Abel Ayerza (h) había sido asesinado y sabía en que lugar estaban los restos.

Para el grupo de infiltrados encabezados por Cayetano Bruno aquel dato no fue una sorpresa y si lo fue, sabían que era la mejor noticia.

Al Ministro Leopoldo Melo le servía que Abel Ayerza (h) estuviera muerto para demostrar que los extranjeros no pisaban el país para trabajar sino para desatar el delito y la muerte.

Leopoldo Melo está a punto de lanzar la División Especial de la Policía Federal sobre todo el territorio argentino.

Pero Carmelo Vinti no quería hablar más de la cuenta sino ver el dinero antes. Así que Miguel Ángel Tentorio lo persuade de viajar a la jurisdicción de Buenos Aires para recibir el dinero y Carmelo Vinti acepta.

Castelar y los Ayerza: Carmelo Vinti y el 12 de Febrero

Ese día Carmelo Vinti pisa Buenos Aires de manera voluntaria aunque bajo el engaño de recibir dinero en efectivo e información sobre su cuñado José Consiglio.

El trato era simple. Debía colaborar con el esclarecimiento del caso Abel Ayerza (h).

Pero no bien cruzó el límite de Santa Fe con Buenos Aires, quedó de detenido y fue directo al Departamento Central de Policía.

En el lugar lo interrogó el comisario Víctor Fernández Bazán y pasó lo que cualquiera puede imaginar. Dos días después, el 14 de febrero, murió en la celda policial.

¿La explicación oficial? Sufrió un infarto mientras intentaba agredir a dos empleados con un cortaplumas. La autopsia determinó múltiples lesiones graves en el cuerpo.

Y para cubrirse, la Policía de Buenos Aires nunca entregó los restos a sus familiares.

Castelar y los Ayerza: Asesinato de Carmelo Vinti

El secuestro y la detención de Carmelo Vinti seguida de tortura y asesinato no impactó en la opinión pública. Primero porque los medios no sabían tan siquiera que existía Carmelo Vinti; segundo porque no tenían idea de que estaba en Buenos Aires; y, por último, porque de haberlo sabido, se trataba de un inmigrante con conexiones en la mafia que haría el papel de soplón.

La muerte de Carmelo Vinti pasó desapercibida. Todo la atención seguía sobre Abel Ayerza (h) que seguía desparecido 78 días después de haber sido secuestrado.

Carmelo Vinti muerto y meses después, su hermano, Juan Vinti, el asesino material de Abel Ayerza (h) detenido y condenado a cadena perpetua. (En la foto Juan Vinti).

Carmelo Vinti Diario Anticipos

Sin embargo, antes antes de que fuera asesinado, Carmelo Vinti le dijo a la Policía de Buenos Aires que Abel Ayerza (h) estaba entre unos maizales y en un nuevo error, los agentes infiltrados comenzaron la búsqueda justamente en el pueblo «Maizales», Santa Fé. Desde ya, el resultado fue otra vez negativo.

Castelar y los Ayerza: 17 de Febrero

Gracias a un golpe de suerte, los agentes de la Policía de Buenos Aires apresaran ese día a Salvador Rinaldi en la Ciudad de Buenos Aires y se lo imputa en un abrir y cerrar de ojos del secuestro de Abel Ayerza (h).

¿Quién Salvador Rinaldi? Hermano de Cayetano (Rinaldi), el propietario del inmueble de Corral de Bustos, Marcos Juárez, Córdoba, en donde esta detenido en el sótano ilegalmente Abel Ayerza (h).

Luego de ser detenido, Salvador Rinaldi declara a través de un intérprete y dice que la banda está dirigida «por un sujeto que habría sido asesinado poco después por los mismos integrantes». Se refería a Francisco Marrone o Chicho Chico rival en todos los campos de Juan Chicho Grande Galiffi.

La Policía de Buenos Aires entiende que tiene información, que sabe algo, más de lo que dice. Y le aplican toda la furia sobre el cuerpo.

Castelar y los Ayerza: 21 de febrero de 1933

Y luego de cuatro días de interrogatorio sobre Salvador Rinaldi, el comisario porteño Víctor Fernández Bazán reúne todos los datos y regresa a Corral de Bustos, Córdoba, en donde tenían detenido a Pablo Di Grado y logra su confesión: Abel Ayerza (h) había sido asesinado.

Luego, saldrán los nombres, los sospechosos, los vinculados, los parientes, los amigos, todos inmigrantes, todos detenidos.

Y ese mismo día, 21 de febrero de 1933, el comisario Víctor Fernández Bazán detiene uno por uno.

Castelar y los Ayerza: 22 de febrero de 1933

Recién al día siguiente lograrán encontrar el cuerpo sin vida de Abel Ayerza (h).

Castelar y los Ayerza: La indignación popular

La información se filtra a la prensa y la crece la indignación popular que se reprodujo en movilizaciones en distintos puntos del país.

Al traer el cuerpo a Buenos Aires, las manifestaciones se repitieron prácticamente en cada estación del tren en los que pasó la formación que llevaba los restos de Abel Ayerza (h) a Buenos Aires.

En la terminal Retiro, recibieron el cuerpo «representantes oficiales, personalidades de círculos sociales, universitarios, deportivos, altos Jefes del Ejército, amigos del extinto, mujeres y hombres, del pueblo».

De pronto, Alfredo Villegas Oromí, militante de La Legión de Mayo, comenzó a arengar a la multitud desde los estribos del coche fúnebre pidiéndoles que se movilicen al velatorio que iba a realizarse en Posadas y Ayacucho, la casa de la Familia Ayerza.

Y ahí estuvieron «todo cuanto de más representativo tiene Buenos Aires». (17)

Así arrancó la «campaña de limpieza de mafiosos» tal como la denominó el Jefe de la Policía de Buenos Aires, el Coronel Luis García.

El diario La Nación pidió que se extendiera a Rosario, «donde, según es sabido, se halla arraigada la mafia y donde, también se ha comprobado una acción policial en desproporción, por su deficiencia, con la gravedad del mal que urge combatir».

Incluso, el Colegio de Abogados de Buenos Aires hizo un llamado para que «ningún abogado asuma la defensa de los criminales que asesinaron al estudiante argentino Abel Ayerza» y presentó una nota de protesta al gobierno de Santa Fe «por la ineptitud demostrada por las autoridades policiales».

Castelar y los Ayerza: 24 de Febrero de 1933

El Entierro de Abel Ayerza (h) en Recoleta

En la mañana del 24 de febrero fue impresionante. Una multitud atemorizada pero furiosa, decepcionada y con ánimos de venganza, se concentró en la puerta del Cementerio de la Recoleta para participar del entierro de Abel Ayerza (h).

Incluso hubo lista de oradores, como Juan Antonio Bourdieu, por la familia; Horacio Zorraquín Becú, uno de los amigos del joven asesinado los que había pagado el rescate y participó como miembro de la Asociación Nacionalista Universitaria; Enrique Loncán, otro amigo; Carlos M. Silveyra, de la Comisión Argentina Contra el Comunismo; Alfredo Castoriano, por la gente que se había concentrado; Aníbal Revello, por la Federación Hospitalaria de Buenos Aires, y Alfredo Villegas Oromí, en nombre de la Legión de Mayo.

Entierro en Recoleta Diario Anticipos

Se actualizaron todos los discursos que atravesaban y atraviesan la sociedad argentina: contra la inmigración, la liviandad del Código Penal, la negligencia del gobierno de Santa Fé, el necesidad de expulsar extranjeros indeseables -que incluía a anarquistas y socialistas– y la reincorporación de la pena de muerte que había sido abolida tan solo diez años antes, en 1922.

Finalmente, la Policía de Rosario es intervenida. Desplazan al Comisario Félix de la Fuente y lo reemplaza el Teniente Coronel Rodolfo Lebrero. Y entonces emergen datos sobre la protección oficial de la que había gozado Chicho Chico en la ciudad, mientras vivía en una mansión en barrio de Saladillo.

Castelar y los Ayerza: La búsqueda y las condenas

Al encontrar el cuepro, el miedo atravesó a toda la banda de mafiosos implicados. Y fueron delatándose unos a otros.

Los primeros detenidos fueron los hermanos Vicente y Pablo Di Grado y Pedro Gianni, el peón que había aportado los datos para el golpe.

El mismo 24 de febrero, desde Montevideo, donde intentó refugiarse Juan Chicho Grande Galiffi, anunció que viajaba a Buenos Aires para ponerse a disposición de la Policía de Buenos Aires antes las versiones en los medios porteños que lo vinculaban al secuestro de Abel Ayerza (h).

En realidad, el 6 de diciembre de 1933, la Alta Corte de Justicia de Uruguay lo intimó a marcharse.

«Es una persona de vida evidentemente equivocada y sospechosa cuyas actividades habituales no aparecen suficientemente claras (…). Y esta circunstancia es mucho más significativa si se tiene en cuenta que Galiffi posee una fortuna considerable y que por consiguiente debería resultarle fácil poner en evidencia en el proceso lo corriente en su vida», manifestó en un escrito el máximo tribunal.

De regreso en Buenos Aires, continuó litigando para evitar su extradición. Y en 1934, cuando estaba a punto de ser embarcado en el Vapor Neptunia rumbo a Europa, lo trasladaron a Rosario para someterse a un interrogatorio por el caso Martin.

La situación se prolongó unos meses, hasta que el 17 de abril de 1935 Galiffi fue finalmente expulsado de Argentina. Llegó a Italia y en 1939 fue condenado por falsificación de dinero y uso de documentos falsos. Falleció el 30 de junio de 1943, a los 51 años.

Chicho Grande debió volverse. Pero no había tenido relación con el caso, aunque quedó totalmente desprestigiado y fue deportado a Italia.

Y antes de partir confirmó que Francisco Marrone «abandonó Rosario con destino a Europa», una cínica alusión al asesinato de su ex rival.

Castelar y los Ayerza: El resto de la banda

Santos Gerardi se escondía en el sur de la Provincia de Buenos Aires, donde se había reunido con otro siciliano, Salvador Chiarenza, buscado por el secuestro de Jaime Favelukes.

Y Capuani, Vinti y Frenda continuaban ocultos en la casa de José Ruggenini, ubicada en la zona del Parque de la Independencia, en Rosario.

Este es otro aspecto muy oscuro en la historia.

Ruggenini decía ser periodista, y publicaba El Baluarte, un «semanario independiente» presto a venderse al mejor postor.

Desde 1915 –según lo reconoció el propio Félix de la Fuente– era confidente de la policía rosarina, por cuyas funciones percibía un sueldo.

En 1924 aportó los datos que llevaron a la detención del autor del crimen de Juan Floro Finocchio, presidente de la Sociedad de Patrones de Carros, asesinado por un militante anarquista en Buenos Aires, en medio de un conflicto gremial.

Por lo menos hasta 1928, cobró también honorarios mensuales en la Asociación del Trabajo Libre.

Es sin duda sorprendente que un hombre con tales relaciones haya sido quien ocultó a tres de las personas más buscadas de la época.

Ruggenini dijo que era amigo de José La Torre y que, a su pedido, recibió a los mafiosos a cambio de un pago mensual.

Hasta que a principios de mayo de 1933 viajó a Buenos Aires y ofreció su ayuda a la familia de Abel Ayerza (h), precisamente para entregar a sus protegidos.

El 12 de mayo de 1933, Ruggenini se reunió en el Hotel España, de Rosario, con Miguel Ángel Tentorio, César Etcheverry y Horacio Ayerza y terminó de ajustar los detalles del plan.

Esta vez la Policía de Rosario, ya intervenida, estuvo al tanto, y fue la División de Investigaciones local quien el 13 de mayo de 1933 allanó la casa del delator, en la calle Virasoro 2026, y se detuvo a los tres mafiosos.

Ya en prisión, Romeo Capuani admitió haber planeado el secuestro de Abel Ayerza (h) y dijo que se había encargado de conducir el auto la noche del secuestro y de llevar a Santiago Hueyo a Rosario.

Y ante la prensa, «agregó que en la industria del secuestro jamás pensó asesinar a nadie: buscaban el dinero y cuando lo conseguían el cautivo quedaba en libertad». (18)

Juan Vinti negó ser el asesino de Abel Ayerza (h) y dijo que había recibido 3.000 pesos del rescate.

Y Frenda admitió que tenía otros 4.000 pesos del botín.

El procedimiento tuvo mayor repercusión cuando Ruggenini dio a conocer datos sobre el crimen de Silvio Alzogaray –identificó a Galiffi como el instigador- y el secuestro de Nannini y Gironacci.

Estas declaraciones resultaban engorrosas para la policía local.

Así, reveló que De La Fuente había sostenido negociaciones con La Torre en torno los jóvenes secuestrados en Arroyo Seco y que él mismo se prestó para hablar con el padre de Nannini e intentar «ablandarlo» para que pagara el rescate, algo evidentemente funcional a los delincuentes.

Pero no se trataba de una persona precisamente confiable, y sus denuncias, hoy corroboradas en los expedientes que se conservan, fueron objeto de burla en la prensa.

Ultimo Detenido: Santos Girardi

9 de Noviembre de 1934

Por su parte, el principal involucrado en el secuestro, Santos Girardi, se mantuvo prófugo hasta el 9 de noviembre de 1934 cuando la policía lo detuvo cerca de Bahía Blanca.

Castelar y los Ayerza: ¿Quién mató a Abel Ayerza (h)?

La identidad del asesino de Abel Ayerza (h) fue motivo de muchas discusiones, y aún subsistieron dudas tras la resolución de la causa.

Apenas fueron detenidos los hermanos Vicente y Pablo Di Grado acusaron a Juan Vinti y la acusación quedó como versión oficial.

Pero los tres estuvieron de acuerdo.

El 1° de noviembre de 1932, Pablo Di Grado y Juan Vinti sacaron a Ayerza del sótano en que permanecía cautivo y lo llevaron en una jardinera hasta un maizal de colonia Chañarito, en las afueras de Corral de Bustos.

Allí lo mataron de un balazo y luego lo enterraron.

Veinte días más tarde Anselmo Dallera y los hermanos Vicente y Pablo Di Grado trasladaron el cuerpo a un lugar más distante, en la colonia Carlitos, cerca de Chañar Ladeado, el sitio donde fue encontrado.

Carmelo Vinti negó siempre haber sido el asesino de Ayerza.

Aseguró que se peleó con Pablo Di Grado después de pedirles que lo dejaran en libertad y que por esa razón, temeroso de que los verduleros lo agredieran, tuvo que irse de Corral de Bustos.

Romeo Capuani avaló su versión.

Según sus propias declaraciones, «trascurridos varios días» después del asesinato, «llegó Vicente Di Grado a Rosario y les comunicó que había eliminado a Abel» por temor a ser descubierto.

El juez Francisco Setien suscribió esa hipótesis.

En su auto de procesamiento describió en detalle el funcionamiento del grupo mafioso y el íntimo acuerdo entres sus miembros.

«Esta relación ilustra una especial característica: una organización irregular, sui generis de individuos de distintas aptitudes, sexos y  edades, casi todos de la misma nacionalidad y región, con jefes impuestos y con papeles asignados en los hechos según las condiciones de cada uno (…). Con tal división del trabajo pudo moverse el pesado engranaje con hábiles precauciones».

Y Juan Vinti, hasta entonces un empleado ferroviario sin brillo, quedó catalogado como uno de los mafiosos más temibles.

Recuperó su libertad en la vejez, pero para volver a las páginas policiales.

El 9 de diciembre de 1971, a los 70 años, fue detenido por la Policía Federal y acusado de participar en varios asaltos y del asesinato de un policía en la Ciudad de Rosario. (fin de recuadro página 63).

Además de sus cuentas pendientes en Córdoba y Santa Fe, fue acusado por varios asaltos y el asesinato de un policía en la provincia de Buenos Aires, por lo que terminó condenado a prisión perpetua.

En septiembre de 1933 Vinti, Frenda y Capuani fueron trasladados a Villa María.

El Juez Setien ordena un careo: «Todos se desarrollaron en forma violenta. (…) Los careados se atacaron a puñetazos y puntapiés y llegaron a arrojarse además sillas, golpeándose con fuerza. Los más enardecidos fueron Pablo Di Grado y Romeo Capuani». (19).

Los enfrentamientos y los reproches mutuos continuaron en la cárcel, y el 8 de diciembre de 1937 Juan Vinti asesinó a puñaladas a José Frenda.

La causa judicial se estiró en el tiempo. Pero el 5 de julio de 1939, la Cámara de Apelaciones de Córdoba dio a conocer la sentencia definitiva.



Castelar y los Ayerza

Los los detenidos por secuestro extorsivo y homicidio calificado

Castelar y los Ayerza Diario Anticipos

En en julio de 1939, la Cámara de Apelaciones dio a conocer la sentencia contra los acusados.

Romeo Capuani: Prisión Perpetua

José La Torre: Prisión Perpetua

Vicente Di Grado: Prisión Perpetua

Pablo Di Grado: Prisión Perpetua

Juan Vinti: Presión Perpetua

José Frenda: Prisión Perpetua

Pedro Gianni: 10 años de prisión

Salvador Rinaldi: 9 años de prisión

María Fabella de Marino: 9 años de prisión

Graciela Marino: 7 años de prisión

Carlos Rampello: Absuelto

Pabla Dazzo de Di Grado (esposa de Vicente): Absuelta

Anselmo Dallera: Puesto en Libertad. Nunca más se lo vio.



Castelar y los Ayerza

El Colegio Inmaculada

Fue creado en el año 1957 en Villa Udaondo, en las instalaciones del seminario de los misioneros Oblatos de la Virgen de María. La mayoría de sus alumnos que cursaban vivían en Castelar.

Y en En 1959 compraron los terrenos correspondientes a la Quinta San José de la Familia Ayerza con el frente a la calle Pedro Goyena.

Al lugar donde actualmente funciona se trasladó la escuela y de inmediato se inició la construcción de la capilla.

Castelar y los Ayerza Diario Anticipos


El primer verano que la familia pasó en el lugar fue el 11 de diciembre de 1896, cuando aún no existía Castelar y entonces tomó el nombre de Parque Ayerza.

En 1945, Luis Ayerza se queda con la casa, la pileta y las manzanas linderas. Y coloca en la entrada un portón con la inscripción San José 1895.

Pero lamentablemente, la estatua del Santo San José se pierde durante la construcción del edificio del colegio nuevo. De la misma manera, desaparecen la capillita, la pileta, y el portón con la reja labrada.

El Palacio fue adquirido por Rómulo Ayerza en 1896 junto al predio de 15 hectáreas que la rodeaban.

Se extendía desde el Arroyo Morón hasta la calle Zapiola, en donde había una pequeña estación del Ferrocarril del Oeste.

El nombre original era «Chrysanthème», pero Rómulo Ayerza la rebautizó como San José e hizo colocar una estatua del santo en la entrada.

En la década del ’50, las hectáreas que bordeaban el Castillo fueron subdivididas y el casco quedó en manos de los Padres Oblatos que lo convirtieron en el primer edificio donde funcionó el Instituto Inmaculada.

El resto del terreno fue loteado y hoy el barrio lleva el nombre de Parque Ayerza.

Castelar y los Ayerza

Notas

1 – Biografía sobre la Mafia:

a) Dickie, John: Cosa Nostra. Historia de la mafia siciliana, Debate, Madrid, Buenos Aires, 2006.

b) Mosca, Gaetano: ¿Qué es la mafia?, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2003.

c) Aguirre, Osvaldo: Historias de la mafia en la Argentina, Aguilar, Buenos Aires, 2000.

2 – Cf. Diario La Capital, Rosario, 13 y 14 de julio de 1934.

3 – Nació en Alessandria Della Rocca, 1853 y falleció en San Lorenzo, provincia de Santa Fe, 1931.

4 – Juzgado del Crimen 1° Nominación, Rosario, expediente s/n, 1938: «Blas Bonsignore, Felipe Scilabra, Santiago Bue, Salvador Mongiovi, Vicente Ipólito. Leonardo Constanzo, Juan Logiácomo. Diego Ulino, Luis Montana y Carlos Cacciato, por homicidio y asociación ilícita».

Los testimonios son elocuentes respecto de Cayetano Pendino, «una persona buena y muy caritativo con los paisanos (…) lo consideraban una persona respetable, ya que siempre trataba de ayudarlos», según la declaración de Juan Micheli; por su parte, Vicente Ipólito dijo que «entre sus connacionales se le respetaba (a Pendino) pues cuando entre los mismos se producía alguna disputa, él trataba siempre de solucionarla».

Chicho Grande intentó refugiarse en Uruguay, pero el 6 de diciembre de 1933 la Alta Corte de Justicia de ese país lo intimó a marcharse. «Es una persona de vida evidentemente equivocada y sospechosa –dijo el tribunal-, cuyas actividades habituales no aparecen suficientemente claras. (…) Y esta circunstancia es mucho más significativa si se tiene en cuenta que Galiffi posee una fortuna considerable y que por consiguiente debería resultarle fácil poner en evidencia en el proceso lo corriente en su vida».

De regreso en Buenos Aires, continuó litigando para evitar su extradición. En 1934, cuando estaba a punto de ser embarcado en el vapor Neptunia, rumbo a Europa, fue trasladado a Rosario para una diligencia por el caso Martin. La situación se prolongó unos meses, hasta que el 17 de abril de 1935 Galiffi fue finalmente expulsado de Argentina. Se dirigió a Italia, donde en 1939 sumó una condena por falsificación de dinero y uso de documentos falsos a sus antecedentes. Falleció el 30 de junio de 1943, a los 51 años.

5 – Aguirre, Osvaldo: «Secuestros extorsivos en la Argentina» en Todo es Historia N° 446 de septiembre de 1994.

6 – Juzgado del Crimen 1° Nominación, Rosario, expediente 82/40: «Campione, Felipe y otro s/Homicidio y asociación ilícita». José Ruggennini, confidente de la policía dijo que el periodista fue amenazado primero por Juan Avena, alias Senza Pavura y que «Alzogaray habría contestado que esa campaña solamente se suspendería con plata».

7 – Gustavo Germán González, enviado por Crítica a Rosario, suscribió esa hipótesis. No obstante, los directamente involucrados en el crimen –Felipe Campeone, Juan Micheli, Santiago Bue, Carlos Cacciato y Carlos Cacciatore- no mencionaron esa supuesta extorsión. El expediente recoge además el testimonio de otro periodista, Salvador Grancia, que da cuenta del interés de Alzogaray por la denuncia de irregularidades y su rechazo a la policía.

8 – Lila Caimari realiza un minucioso estudio de la cuestión, así como del funcionamiento de la prensa en la cobertura del caso Ayerza, en “Suceso de cinematógraficos aspectos. Secuestro y espectáculo en el Buenos Aires de los 30” en Caimari, Lila (comp.), La ley de los profanos, Delito, justicia y cultura en Buenos Aires (1870- 1940), Fondo de Cultura Económica- Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 2007. El proyecto de reformas al Código Penal fue aprobado en la Cámara de Senadores, pero su sanción no prosperó en la de Diputados. «Por su incoherencia teórica y el cagado contexto ideológico en el que nació, el proyecto de 1933 figura en los manuales de derecho como un capítulo aberrante de la historia de la codificación penal», dice Caimari.

9 – En La Nación, Buenos Aires, 29 de octubre de 1932.

10 – Ernesto David, testigo clave en el caso Romano, afirmó que De la Fuente le instó a que no declarara lo que sabía, es decir, que el asesinato había sido planeado por Juan Avena, quien organizó al grupo de criminales, encabezado por Santos Gerardi y Romeo Capuani. Después de dar ese testimonio, David se mató al caer del techo de la Jefatura de Policía de Rosario. La Justicia consideró que se había tratado de un suicidio. En el caso Nannini- Gironacci, De la Fuente aparece en medio de turbias negociaciones con José de La Torre, quien se ofreció como intermediario para lgorar que la familia Nannini pagara el rescate. Cf. Juzgado del Crimen 1° Nominación, expediente 161/31, “Lara, Salvador s/Hom. D. Romano”; expediente 56/34, “Busellato, Segundo Luis y otro s/enc. de sec. De F. Andueza”. Por otra parte, como se dice a continuación en el artículo, parece extraño que no conociera el escondite que encontraban Vinti, Frenda y Capuani, en Rosario, cuando se trataba de la casa de uno de sus informantes.

11– En La Nación, Buenos Aires, 3 de febrero de 1933.

12– En La Prensa, Buenos Aires, 23 de febrero de 1933.

13– En La Nación, Buenos Aires, 5 y 17 de febrero de 1933.

14– En Tribuna, Rosario, 19 de febrero de 1933. Consiglio se había destacado como otro de los hombresde confianza de Francisco Marrone; estaba prófugo de la justicia de Italia, donde tenía pendiente una condena de veinte años de prisión por diversos hechos delictivos. Se supone que abandonó Rosario por temor a las represalias de los Dainotto y Esteban Curaba. El misterio de su paradero no fue resuelto.

15– En La Nación, Buenos Aires, 23 de febrero de 1933.

16– Referencia al autor de Carlos Vinti, bisnieto de Carmelo Vinti.

17– Cf. El auto de prisión preventiva de Vicente Di Grado y otros, reproducido en La Capital, Rosario, 14 de abril de 1933.

18– En La Nación, Buenos aires, 24 de febrero de 1933.

19– En La Capital, Rosario, 15 de mayo de 1933.

20– En La Capital, Rosario, 6 de octubre de 1933.

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